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Una nueva investigación presentada en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (ECCMID, por sus siglas en inglés), que se celebra en Ámsterdam, Países Bajos, muestra el peligro que representan las infecciones del torrente sanguíneo (BSI, por sus siglas en inglés) y la gran variación en las tasas de mortalidad asociadas con diferentes microorganismos infecciosos. El estudio es de Liya Lomsadze y sus colegas de ‘Northwell Health’, en Great Neck, Nueva York, Estados Unidos.

Las BSI están clasificadas entre las siete principales causas de muerte, sin embargo, se sabe relativamente poco sobre los riesgos que plantean las diferentes especies de microorganismos que las originan. Los investigadores intentaron evaluar este enlace realizando un análisis retrospectivo multicéntrico de pacientes hospitalizados que habían sido dados de alta de diez establecimientos de salud de Nueva York durante un periodo de un año, de enero a diciembre de 2018.

A los pacientes con sospecha de BSI se les tomaron dos juegos de muestras de sangre, que se cultivaron para detectar infecciones. Donde se encontraron infecciones, los cultivos se enviaron para el análisis molecular con el fin de identificar las especies de microorganismos presentes. Durante el periodo de estudio hubo un total de 212.257 altas hospitalarias de las cuales 4.133 implicaron la muerte de un paciente. De esas altas, se encontró que 6.149 (3 por ciento) tenían un BSI causado por uno o más microorganismos en su sangre, y 744 (12 por ciento) de estos pacientes murieron en el hospital.

Para aquellos individuos con alguna forma de BSI, 5.688 (93 por ciento) se infectaron con una sola especie de microorganismo, y los restantes 461 (7 por ciento) mostraron dos o más especies diferentes en su sangre. Las tasas de mortalidad variaron significativamente según el tipo de patógeno presente, de 8 por ciento para especies de ‘Streptococcus’ a 22 por ciento para ‘Staphylococcus aureus resistente a la meticilina’ (SARM) y 46 por ciento para infecciones por ‘Acinetobacter baumanii’.

 

Reducir el tratamiento al antibiótico correcto

La investigación destacó el riesgo planteado por los BSI, que se asociaron con una tasa de mortalidad general mucho más alta (12 frente a 2 por ciento) que la de la población general de pacientes hospitalizados. Además de esto, ciertas especies de microorganismos; las especies de ‘Acinetobacter’‘Enterococcus resistentes a vancomicina’‘Klebsiella pneumoniae resistente a carbapenem’ (KPC) y ‘Candida’ se asociaron con las tasas más altas de mortalidad hospitalaria (30-46 por ciento). El uso de drogas ilícitas, las úlceras por presión y la lesión renal aguda se vincularon fuertemente con BSI.

Los investigadores dicen: “Cuando se sospecha una infección, un paciente generalmente comienza con antibióticos de amplio espectro, mientras que nuestro equipo analiza su sangre para detectar una infección. La identificación molecular del organismo correcto que causa la infección es vital, ya que ayuda a los médicos a reducir el tratamiento con antibióticos al correcto para esa infección particular”.

Y agregan: “Un hallazgo sorprendente fue la alta tasa de mortalidad (13 por ciento) que se asocia con el estafilococo coagulasa negativo. Este organismo generalmente se considera de baja virulencia. Se necesitan más investigaciones para descubrir qué hay detrás de esta tasa de mortalidad más alta que la esperada”.

Llegan a la conclusión de que: “Dado que la mayoría (86 por ciento) de los BSI se sospecharon dentro de los tres días posteriores al ingreso, esto indica que la mayoría de estas infecciones fueron adquiridas en la comunidad, lo que significa que los pacientes ya estaban infectados cuando ingresaron al hospital. Se necesitan más estudios para averiguar dónde se originan estas infecciones”.

Fuente: Europa Press / COFA

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Investigadores del Centro de Diabetes Joslin Harvard y de la Universidad Estatal de Ohio (Estados Unidos) identificaron por primera vez una molécula de grasa que circula en la sangre después de realizar ejercicio físico.

 
 
Este lípido, liberado por la llamada grasa marrón, puede explicar algunos de los cambios metabólicos beneficios que se producen al realizar actividad física y, según los expertos, aumentar su presencia puede ayudar a reducir los niveles de triglicéridos, mejorar la salud cardiovascular y regular el peso.

 

De hecho, los científicos, cuyo trabajo ha sido publicado en la revista ‘Cell Metabolism’, han descubierto que incluso una corta sesión de ejercicio moderado aumenta los niveles de este lípido, llamado ácido 12,13-dihidroxi-9Z-octadecenoico (12,13-diHOME). Este incremento ya se había observado cuando las personas se exponen al frío.

“Nuestros datos proporcionan algunas de las primeras pruebas de que el ejercicio puede alterar la función endocrina de la grasa parda al aumentar 12,13-diHOME”, ha dicho la coautora, investigadora principal del Centro de Diabetes Joslin y profesora asociada de la Facultad de Medicina de Harvard, Laurie Goodyear.

El lípido 12,13-diHOME es producido por tejido adiposo marrón (BAT) o grasa marrón, la cual quema más calorías que la grasa blanca. Los recién nacidos queman una reserva de grasa marrón para mantenerse calientes, si bien los motivos de los pocos gramos de grasa marrón que retienen los adultos no está claro.

En este sentido, el estudio ha puesto de manifiesto que el tejido adiposo blanco descompone la grasa almacenada para convertirse en ácidos grasos circulantes, mientras que la grasa marrón libera un lípido que promueve la absorción de estos ácidos grasos en los músculos que trabajan durante el ejercicio.

De hecho, en ratones, tanto una sesión de ejercicio como un entrenamiento a más largo plazo aumentaron la circulación de 12,13-diHOME. Asimismo, al quitar quirúrgicamente la grasa marrón de los animales se eliminó el efecto, sugiriendo así que la grasa marrón en sí misma genera los lípidos.

Fuente: El Economista – España

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