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Un estudio publicado en la revista « Nature Genetics» ha permitido identificar 75 regiones del genoma que están asociadas con la enfermedad de AlzheimerCuarenta y dos de estas regiones son nuevas, lo que significa que nunca antes habían estado implicadas en la enfermedad. Los hallazgos aportan nuevos conocimientos sobre los mecanismos biológicos implicados en esta enfermedad y abren nuevas vías para su tratamiento y el diagnóstico.

La investigación ha sido realizada por el European Alzheimer’s & Dementia Biobank (EADB), consorcio en el que participan centros españoles como el Ace Alzheimer Center Barcelona y con la Fundación CIEN (Centro de Investigación de Enfermedades Neurológicas). La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia y afecta a alrededor de 800.00 personas en España.

Esta compleja enfermedad multifactorial, que suele desarrollarse a partir de los 65 años, tiene un fuerte componente genético. Se cree que la mayoría de los casos son causados por la interacción de diferentes factores de predisposición genética con factores ambientales. Por ello, la identificación de los factores de riesgo genéticos de la enfermedad de Alzheimer es esencial si se quiere mejorar nuestra comprensión y el tratamiento de la misma. Los avances en el análisis del genoma humano, junto con los estudios de asociación de todo el genoma, están conduciendo ahora a importantes avances en este campo.

Pero lo cierto es que a día de hoy no existe una cura. Los medicamentos disponibles están destinados principalmente a frenar el deterioro cognitivo y reducir ciertos trastornos del comportamiento.

Para comprender mejor los orígenes de la enfermedad, uno de los principales retos de la investigación es caracterizar mejor sus factores de riesgo genéticos mediante la identificación de los procesos fisiopatológicos en juego, y así proponer nuevas dianas terapéuticas.

Como parte de esta colaboración internacional, investigadores del Inserm, el Instituto Pasteur de Lille, el Hospital Universitario de Lille y la Universidad de Lille, todos ellos en Francia, realizaron un estudio de asociación del genoma completo (GWAS) en el grupo de pacientes con alzhéimer más grande creado hasta ahora, bajo la coordinación del director de investigación del Inserm, Jean-Charles Lambert.

Impulsados por los avances en el análisis del genoma, estos estudios consisten en analizar el genoma completo de decenas de miles o cientos de miles de individuos, sanos o enfermos, con el objetivo de identificar factores de riesgo genéticos asociados a aspectos concretos de la enfermedad.

Explica Agustín Ruiz, director científico de Ace Alzheimer Center Barcelona y actual coordinador del Consorcio Español de Genética de Demencias (DEGESCO), que estamos en una nueva era de la investigación: la genética nos va a permitir acercarnos a la enfermedad para poder encontrar nuevas dianas terapéuticas y avanzar en el diseño de tratamientos personalizados.

Con este método, los científicos pudieron identificar 75 regiones (loci) del genoma asociadas con el alzhéimer, 42 de las cuales nunca antes habían estado implicadas en la enfermedad. Tras este descubrimiento, caracterizamos estas regiones para darles significado en relación con nuestro conocimiento clínico y biológico, y así obtener una mejor comprensión de los mecanismos celulares y los procesos patológicos en juego, explica Lambert.

En la enfermedad de Alzheimer, dos fenómenos cerebrales patológicos ya están bien documentados: la acumulación de péptidos beta-amiloides y la modificación de la proteína Tau, cuyos agregados se encuentran en las neuronas. En este estudio se confirma la importancia de estos procesos patológicos. Sus análisis de las diversas regiones del genoma confirman que algunas están implicadas en la producción de péptido amiloide y la función de la proteína Tau.

Además, estos análisis también revelan que en la enfermedad de Alzheimer está en juego una disfunción de la inmunidad innata y de la acción de la microglía (células inmunitarias presentes en el sistema nervioso central que desempeñan un papel de «recolector de basura» al eliminar sustancias tóxicas).

Finalmente, este trabajo muestra por primera vez que la vía de señalización dependiente del factor de necrosis tumoral alfa (TNF-alfa) está involucrada en la enfermedad.

Estos hallazgos confirman y amplían nuestro conocimiento de los procesos patológicos implicados en la enfermedad y abren nuevas vías para la investigación terapéutica. Por ejemplo, confirman la utilidad de la realización de ensayos clínicos de terapias dirigidas a la proteína precursora amiloide, la continuación de la investigación de células microgliales que se inició hace unos años y sobre la vía de señalización del TNF-alfa.

Sobre la base de sus hallazgos, los investigadores también diseñaron una puntuación de riesgo genético para evaluar mejor qué pacientes con deterioro cognitivo, dentro de los tres años posteriores a su manifestación clínica, desarrollarán la enfermedad de Alzheimer. Si bien esta herramienta no está diseñada para su uso en la práctica clínica en la actualidad, podría ser muy útil al establecer ensayos terapéuticos para clasificar a los participantes según su riesgo y mejorar la evaluación de los medicamentos que se prueban, explica Lambert.

Para Pascual Sánchez Juan, director científico de la Fundación CIEN, el trabajo supone un paso importante no sólo en el conocimiento de las causas de la enfermedad, sino en el uso de esta información en la clínica y hacia el establecimiento de la medicina de precisión. Y añade el director científico de la Fundación CIEN que los sistemas de puntuación del riesgo genético y los nuevos avances en marcadores de sangre y ‘marcadores digitales» serán un punto de inflexión en el diagnóstico y tratamiento de estas enfermedades, permitiendo una mayor precisión y precocidad a la hora de poner en marcha las intervenciones terapéuticas.

Además, dado que la investigación genética se ha realizado principalmente en poblaciones caucásicas, una de las consideraciones para el futuro será realizar el mismo tipo de estudios en otros grupos para determinar si los factores de riesgo son los mismos entre diferentes poblaciones.

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Ha sido aprobado un nuevo análisis de sangre en los Estados Unidos y la Unión Europea, para el diagnóstico temprano de la enfermedad de Alzheimer. Precivity AD-Bloodtest es una técnica especialmente desarrollada que ha dado resultados muy precisos en las pruebas. Otros métodos que detectan el Alzheimer en una etapa temprana esperan aprobación. Entre ellos se destaca un análisis de un grupo de científicos alemanes que detecta el Alzheimer 15 años antes de que aparezcan los síntomas.

Desarrollo del Precivity AD-Bloodtest

Los análisis de sangre y los datos de estudios estadounidenses, suecos y australianos de pacientes con Alzheimer realizados por los Centros para el Control de Enfermedades (CDC), la Sociedad de Alzheimer y otros, se utilizaron para determinar si la proporción entre Abeta40 y Abeta42 era consistente con la presencia de placas en los pacientes.

La proporción determinada indica si se han formado placas. La presencia del gen ApoE4 indica un mayor riesgo de enfermedad de Alzheimer. El análisis de sangre utiliza la espectrometría de masas de inmunoprecipitación, una técnica especialmente desarrollada.

Los resultados se han comparado con los de otros métodos de diagnóstico y, según datos independientes, la precisión del análisis de sangre alcanzó el 88% en comparación con la tomografía por emisión de positrones (PET).

Una alternativa al PET, más rápida y económica

El examen PET del cerebro ha sido hasta ahora la herramienta de diagnóstico estándar para la enfermedad de Alzheimer y se considera particularmente significativo, aunque al mismo tiempo demasiado caro y muy lento. Los portales médicos informan que rara vez se realizan, porque no hay suficientes dispositivos PET y porque la enfermedad actualmente no es curable, con la excepción del anticuerpo aducanumab (aduhelm).

Según afirma el autor del estudio, el doctor Randall J. Bateman, de la Universidad de Washington, los resultados fueron muy exactos, tanto en las personas que ya tenían deterioro cognitivo como en las que no lo estaban. Bateman asegura que los hallazgos sugieren que la prueba podría ser útil para identificar a los pacientes que aún no están deteriorados, pero que están en riesgo de una demencia futura.Alzheimer
Otros métodos para detectar el Alzheimer esperan aprobación

Un análisis de sangre fue desarrollado por los profesores Klaus Gerwert y Philip Scheltens, un alemán y un holandés. Esta prueba mide el mal plegamiento de la beta amiloide, que indica un mayor riesgo de Alzheimer.

En Alemania, un grupo de científicos descubrió un método para detectar la enfermedad de Alzheimer en una etapa temprana, hasta 15 años antes de que aparezcan los síntomas. Esta prueba, en espera de aprobación, podría estar disponible en los próximos 3 años.

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Un equipo de investigación de la Facultad de Odontología de la Universidad de Montreal (Canadá), ha descubierto una proteína humana con beneficios potenciales más allá de la salud oral y dental.

Estudios recientes han demostrado que una proteína presente en el epitelio gingival (la parte de las encías que rodea los dientes) puede tener propiedades antimicrobianas, en particular contra la bacteria Porphyromonas gingivalis.

El estudio da nuevas pistas sobre la fosfoproteína rica en prolina-glutamina 1 secretora de unión al calcio (SCPPPQ1), una proteína expresada por las células del epitelio de unión.

Para el coordinador del estudio publicado en «Scientific Reports», Antonio Nanci, «el potencial antibacteriano de la proteína SCPPPQ1 podría utilizarse no solo para limitar la enfermedad periodontal sino también como un enfoque de tratamiento para controlar los efectos de las bacterias en el cerebro o en otros sitios a los que se propagan».

«Esta proteína podría ofrecer una estrategia adicional para abordar el problema de la resistencia bacteriana», dijo Charline Mary, autora principal del artículo.

El entorno oral es el segundo microbioma más importante del cuerpo humano después del intestino, al que está estrechamente relacionado. Dentro de la boca, el epitelio de unión es la parte de la encía que sella los tejidos de soporte del diente del ambiente oral agresivo. En pocas palabras, su función es hacer que la encía se adhiera al diente y así limitar el paso de bacterias entre las dos estructuras.

«Los dientes son el único lugar por donde se penetra a la envoltura integral del cuerpo humano, por lo que son un lugar crítico para la entrada de bacterias», explica Nanci.

«Como sabemos desde hace algunos años, la infección oral por P. gingivalis es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Ya que la SCPPPQ1 puede retardar el crecimiento de esta bacteria e incluso destruirla, podemos erradicar la causa de la enfermedad.

En las próximas fases del estudio se investigará con mayor profundidad el potencial de SCPPPQ1 para prevenir la enfermedad periodontal, en caso de poder agregarse a la pasta de dientes, por ejemplo, y evaluarán su capacidad para destruir las bacterias que ya han penetrado en el sello entre la encía y el diente.

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Cada tres segundos una persona en el mundo es diagnosticada con demencia. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) existen 50 millones de personas que la padecen y entre el 60% y 70% de esos casos corresponden a Alzheimer, la forma más común de demencia.

Durante la quinta edición del evento virtual de BiogenNS Neuroscience Innovation Latam 2021, el prestigioso neurólogo español Alberto Lleó se refirió en el panel Tendencias actuales y futuras en Biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer al potencial de estas moléculas biológicas que se encuentran en la sangre, otros líquidos o tejidos del cuerpo, y cuya presencia es un signo de un proceso anormal, de una afección o de una enfermedad.

En su presentación, el doctor Alberto Lleó, director de la Unidad de Memoria del Servicio de Neurología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau ubicado en Barcelona, España, nombró los biomarcadores disponibles para detectar el Alzheimer. De acuerdo con la definición de el Instituto Nacional del Cáncer NIH estadounidense, un biomarcador o marcador biológico es una molécula biológica que se encuentra en la sangre, otros líquidos o tejidos del cuerpo, cuya presencia es un signo de un proceso normal o anormal, de una afección o de una enfermedad. Un marcador biológico se utiliza a veces para determinar la respuesta del cuerpo a un tratamiento para una enfermedad o afección. También se le llama biomarcador, marcador molecular y molécula distintiva.

Uno de los hallazgos más relevantes de los últimos años es que las medidas de líquido cefalorraquídeo han sido claves en los ensayos clínicos para la enfermedad de Alzheimer; este elemento fue clave en la interpretación del efecto del fármaco a nivel cerebral, explicó Lleó. Existen también otros biomarcadores que son y pueden de ser de utilidad en la enfermedad, por ejemplo el de neurofilamentos de cadena ligera, una proteína que al ser liberada en líquido cefalorraquídeo produce un daño axonal, neuronal, que se ve en cualquier tipo de trastorno con daño, precisó el neurólogo.

En relación a este tipo de herramientas diagnósticas, subrayó: Los marcadores core se encuentran ya disponibles en la rutina clínica y son claves para el diagnóstico precoz del Alzheimer; la proteína tau y neurofilamentos marcan procesos solapantes pero ciertamente distintos y existen nuevos marcadores como las proteínas sinápticas que pueden ser útiles pero todavía hay que determinar cuál es el contexto de su uso. Los marcadores de líquido cefalorraquídeo juegan un papel clave en las investigaciones”.

El foco en la innovación

Minutos antes de la presentación del experto, el anfitrión y presentador del simposio, Guillermo Andino, explicó que este evento en neurociencias es el más importante de la región en donde se muestran los últimos avances en Esclerosis Múltiple, Atrofia Muscular Espinal, enfermedad de Alzheimer, Esclerosis lateral amiotrófica, entre otras afecciones.

Maximiliano Gutierrez, Managing Director LATAM South de Biogen, destacó que este espacio está pensado para difundir lo más destacado de las investigaciones científicas en curso y futuro de la neurociencia, contaremos con expertos de nivel internacional. En este contexto, la enfermedad de Alzheimer es el tipo de demencia más común en el mundo, por ello son muy necesarios biomarcadores para detectarla de manera temprana.

Por su parte, Alejandro Bagliano, Director Médico de Biogen, amplió: este año, por primera vez el evento tiene un alcance regional. Líderes internacionales compartirán las últimas novedades científicas de la neurociencia, siempre con el foco puesto en la innovación.

El aliado tecnológico

¿Cuáles son los avances en los biomarcadores en sangre? De acuerdo al neurólogo Alberto Lleó, en los últimos cinco años hemos asistido a una explosión de los marcadores en sangre para la enfermedad de Alzheimer, fundamentalmente ligados a un avance tecnológico. Las tres categorías ATM de biomarcadores ya están disponibles en sangre, se utilizan en ensayos clínicos, una de ellas se ha aprobado para su uso en Estados Unidos y en Europa; y finalmente tau fosforilado en plasma es muy útil para la detección de la patología Alzheimer y será implementada en las rutinas clínicas de estudios en los próximos meses y años, concluyó.

Consultado por Guillermo Andino en relación a la ponencia del doctor Lleó, el doctor médico especialista en neurología y psiquiatría Ricardo Allegri, investigador del Conicet y jefe de Neurología Cognitiva, Neuropsicología y Neuropsiquiatría de Fleni en Buenos Aires, destacó en relación al diagnóstico del Alzheimer en la Argentina: el primer punto para el diagnóstico clínico es evaluar si el paciente tiene trastorno cognitivo o no, información que resulta de la entrevista y evaluación neurológica y cognitiva, en donde se ve el tipo de afección que tiene esa persona; para finalmente completar con laboratorio y neuroimágenes.

Ahora bien, para el diagnóstico puntual tenemos que acudir a la utilización de biomarcadores. En nuestro grupo se utilizan biomarcadores de neuroimágenes y en líquido cefalorraquídeo”, detalló.

Por su parte, el doctor brasileño Ricardo Nitrini, fundador de la Unidad de Neurología Cognitiva y Comportamiento del Hospital Das Clínica de San Pablo y editor jefe de la revista científic Demencia y Neuropsicología, advirtió: El diagnóstico del Alzheimer en Brasil depende de un cuadro que permite tener un panorama sólo de los síndromes. El diagnóstico específico y real de la enfermedad se debe hacer con biomarcadores, de imagen, de resonancia magnética, etc., son análisis de importancia. Es necesario utilizarlos en Latinoamérica, y por lo menos en Brasil estamos preparados para hacer este análisis en algunos centros especializados.

El doctor Francisco Lopera, médico especializado en neurología, profesor y director del grupo de neurociencias de la Universidad Antioquia en Medellín, Colombia, puntualizó: En Colombia podemos hacer el diagnóstico clínico de la enfermedad de Alzheimer basados en la histórica clínica, en la entrevista o examen neurológico y en la evaluación neuropsicológica. Nos ayudamos con imagen de resonancia magnética para confirmar y tener más seguridad en el diagnóstico clínico. No utilizamos biomarcadores en líquido cefalorraquídeo o en plasma, pero en investigación sí tenemos acceso a este tipo de herramientas.

Los síntomas

El Alzheimer se manifiesta con la pérdida progresiva de memoria y otras habilidades cognitivas que interfieren con la vida cotidiana. Si bien se desarrolla más en personas mayores de 65 años, puede también afectar a más jóvenes. Con el avance de la investigación científica, ahora se sabe que en América Latina se puede reducir un 56% el riesgo de demencias como Alzheimer si se controlan mejor 9 factores para su prevención. En los enfermos menores de 50 años, la enfermedad es agresiva y en la madurez, si hay buenos cuidados, el paciente puede durar muchos años más con vida. A partir de los 45 años, la enfermedad puede presentarse de forma temprana, lo que se conoce como Alzheimer familiar o genético.

Entre los 60 y 70 años se puede presentar como Alzheimer esporádico, con una prevalencia del 7%, y se presenta después de los 85 años en más del 40 por ciento de la población, este tipo se relaciona más con la edad. El nombre de este padecimiento se debe a Alois Alzheimer, quien fue un neurólogo alemán que en 1901 estableció los síntomas de la enfermedad y en 1906 publicó sus descubrimientos.

La quinta edición del importante evento de Biogen NS Neuroscience Innovation Latam 2021 incluyó también la exposición de la investigadora colombiana Sandra Paipilla Eje microbiota-intestino-cerebro, futuro y objetivo terapéutico; el análisis del doctor Sergio Baranzini desde los Estados Unidos sobre el Impacto de la microbiota en la esclerosis múltiple, y la participación en la sección de preguntas y respuestas del experto argentino Jorge Correale.

Durante el evento, el investigador argentino del CONICET, Alejandro Montaner, abordó la temática Terapéutica de la inmunología, la droga revolucionaria que se desarrolló para el tratamiento del dolor; el doctor en Ciencias de la Computación de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, José Fernández León Fellenz, participó en el panel: Discriminación de la memoria al borde del miedo: Correlaciones neuronales en la corteza prelímbica.

A modo de cierre, se presentó el especial “Mujeres en STEM”, Science, Technology, Engineering and Mathematics (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas por sus siglas en inglés). Allí expusieron Mayana Zatz, científica brasileña; desde México Laura Palomares y María Noel Vaeza y María Ines Fariello desde Uruguay.

Durante la última jornada se discutieron tópicos fascinantes de las neurociencias, entre ellos, el seguimiento de pacientes con Atrofia Muscular Espinal (AME) en el tercer milenio: ¿cómo pueden las nuevas tecnologías ayudar a los médicos a tomar decisiones?; la relevancia del diagnóstico genético de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) en la era de nuevos tratamientos específicos, proyectos innovadores; la rehabilitación cognitiva y telemedicina en la detección de rutina para fortalecer la memoria y la integración científica regional con los responsables políticos: Innovación 2030; Políticas Públicas – El Futuro de la Innovación y la Integración Regional.

NS Innovation Latam 2021 es el evento en neurociencias más importante de la región con los últimos avances en Esclerosis Múltiple, Atrofia Muscular Espinal, enfermedad de Alzheimer, Esclerosis lateral amiotrófica.

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Estados Unidos aprobó este lunes el Aduhelm, un medicamento para pacientes con Alzheimer, el primer fármaco nuevo para tratar esta enfermedad en casi dos décadas y el primero en abordar el deterioro cognitivo relacionado con la afección.

El alzheimer destruye progresivamente el tejido cerebral. Se estima que afecta a unos 50 millones de personas en todo el mundo, por lo general, mayores de 65 años.

«Aduhelm es el primer tratamiento dirigido a la fisiopatología subyacente de la enfermedad de alzheimer, la presencia de placas de beta amiloide en el cerebro«, dijo Patrizia Cavazzoni de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). medicamento para pacientes con Alzheimer

La luz verde se enmarca en la vía de «Aprobación Acelerada» de la FDA que la autoridad reguladora estadounidense utiliza cuando cree que un medicamento puede proporcionar un beneficio significativo frente a los tratamientos existentes, pero aún existe cierta incertidumbre.

«Como suele ser el caso cuando se trata de interpretar datos científicos, la comunidad de expertos ha ofrecido perspectivas diferentes«, dijo Cavazzoni en un comunicado reconociendo la controversia.

Como funciona el medicamento para pacientes con Alzheimer

Aduhelm, un anticuerpo monoclonal también conocido por su nombre genérico aducanumab, se probó en dos ensayos en humanos de etapa tardía conocidos como ensayos de fase 3

Mostró una reducción en el deterioro cognitivo en uno, pero no en el otro, pero en todos los estudios demostró de manera convincente una reducción en la acumulación de una proteína llamada beta-amiloide en el tejido cerebral de los pacientes con alzheimer. medicamento para pacientes con alzheimer

Una teoría sostiene que la enfermedad de alzheimer se produce por una acumulación excesiva de estas proteínas en el cerebro de algunas personas a medida que envejecen y su sistema inmunológico se deteriora.

Por lo tanto, proporcionar anticuerpos a estos pacientes podría ser un medio para restaurar parte de su capacidad para eliminar la acumulación de placa.

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Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis (EE.UU.) han identificado un anticuerpo que, en ratones, elimina las placas amiloides del tejido cerebral y los vasos sanguíneos sin aumentar el riesgo de hemorragias cerebrales.

El anticuerpo se dirige a un componente de las placas amiloides conocido como apolipoproteína E (APOE). Además, al contrario que el resto de los anticuerpos anti-amiloide que han reducido con éxito las placas de amiloide en ensayos clínicos, este no causa un efecto secundario preocupante: un mayor riesgo de inflamación y hemorragias cerebrales.

Los hallazgos, publicados hoy en «Science Translational Medicine», presentan un enfoque potencialmente más seguro para eliminar las placas amiloides dañinas como una forma de tratar la enfermedad de Alzheimer y la angiopatía amiloide cerebral, que se produce por el acúmulo de esta proteína alrededor de los vasos sanguíneos del cerebro y que supone un riesgo de mayor de accidentes cerebrovasculares.

Desde hace años están buscando terapias que reduzcan esta proteína en el cerebro. Tal y como explican los autores principales David Holtzman y Gretchen P. Jones, su equipo ha adoptado un enfoque diferente que parece ser eficaz a la hora de eliminar la proteína, tanto del tejido cerebral como de los vasos sanguíneos, evitando al mismo tiempo este efecto secundario.

El efecto secundario, llamado ARIA, es visible a través de los escáneres cerebrales y se caracteriza por hinchazón o sangrado en el cerebro causado por una inflamación y pueden provocar dolores de cabeza, confusión e incluso convulsiones.

En los ensayos clínicos con otros anticuerpos, aproximadamente el 20% de los participantes desarrolla ARIA, aunque no todos presenta síntomas.

El nuevo anticuerpo, HAE-4, se dirige solo a una pequeña parte de la placa amiloide y así causa una respuesta más restringida que elimina las placas tanto del tejido cerebral como de los vasos sanguíneos sin causar ARIA.

Para determinar si HAE-4 también eliminaba la proteína amiloide de los vasos sanguíneos del cerebro, los investigadores utilizaron ratones modificados genéticamente con genes humanos para amiloide y APOE4, una forma de APOE asociada con un alto riesgo de desarrollar alzhéimer y angiopatía amiloide cerebral.

Estos ratones fabrican abundantes placas amiloides en el tejido cerebral y los vasos sanguíneos del cerebro cuando tienen unos seis meses de edad.

Los experimentos mostraron, tras ocho semanas de tratamiento, HAE-4 redujo las placas amiloides en el tejido cerebral y los vasos sanguíneos del cerebro.

El tratamiento también mejoró significativamente la capacidad de los vasos sanguíneos del cerebro para dilatarse y contraerse a demanda, un signo importante de la salud vascular.

Los investigadores compararon el número de hemorragias cerebrales en ratones tratados durante ocho semanas con HAE-4 o con aducanumab, un anticuerpo que se encuentra en ensayos clínicos de fase 3 para el alzhéimer. Pero mientras aducanumab aumentó significativamente el número de hemorragias, HAE-4 no.

«Algunas personas padecen angiopatía amiloide cerebral y nunca padecen demencia de Alzheimer, pero en su lugar pueden tener accidentes cerebrovasculares», explica Holtzman.

Aunque la acumulación de amiloide en los vasos sanguíneos del cerebro se puede controlar manejando la presión arterial, no existe un tratamiento específico para ello.

Para Holtzman, su estudio «no solo muestra que se puede tratar esta patología en un modelo animal sino que es posible que podamos hacerlo sin los efectos secundarios que socavan la eficacia de otras terapias anti-amiloide».

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La contaminación del aire se asocia con un mayor riesgo de ingresos hospitalarios por diferentes trastornos neurológicos, incluida la enfermedad de Parkinson, la enfermedad de Alzheimer y otras demencias. Son los datos de un estudio a largo plazo llevado a cabo en más de 63 millones de adultos mayores estadounidenses, dirigido por investigadores en la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard.

El trabajo es el primer análisis a nivel nacional del vínculo entre la contaminación por partículas finas (PM2.5) y las enfermedades neurodegenerativas en EE.UU. y contiene una cantidad de datos incomparable en comparación con cualquier estudio anterior sobre la contaminación del aire y los trastornos neurológicos.

El estudio se publica en «The Lancet Planetary Health».

Los investigadores analizaron durante 17 años (2000-2016) los datos de ingresos hospitalarios de 63.038.019 beneficiarios de Medicare en EE. UU. Los investigadores relacionaron estos datos con concentraciones estimadas de PM2.5 en función de su código postal.

Teniendo en cuenta los posibles factores de confusión como el nivel socioeconómico, lo científicos encontraron que, por cada aumento de 5 microgramos por metro cúbico de aire (μg / m3) en las concentraciones anuales de PM2.5, había un incremento del 13% en el riesgo de ingresos hospitalarios para la enfermedad de Parkinson y para el alzhéimer y demencias relacionadas.

Este riesgo se mantuvo elevado incluso por debajo de los niveles supuestamente seguros de exposición a PM2.5, que, según los estándares actuales de la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU., es de una media anual de 12 μg / m3 o menos.

Las mujeres, los blancos y las poblaciones urbanas eran particularmente susceptibles, encontró el estudio. El riesgo más alto de ingresos hospitalarios por primera vez por enfermedad de Parkinson se detectó entre adultos mayores en el noreste de EE. UU.; en el caso de alzhéimer y demencias relacionadas, los adultos mayores en el Medio Oeste tenían el mayor riesgo.

«Nuestro estudio muestra que los estándares actuales no protegen lo suficiente a la población estadounidense que envejece, lo que destaca la necesidad de estándares y políticas más estrictas que ayuden a reducir aún más las concentraciones de PM2.5 y mejorar la calidad del aire en general», concluye Antonella Zanobetti, investigadora principal y coautora principal del estudio.

(Consenso Salud)

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Medicamentos que se desarrollaron para tratar la enfermedad de Alzheimer podrían ser rediseñados para prevenir, o incluso revertir, el daño causado a los vasos sanguíneos en personas obesas o que padecen diabetes tipo 2, según publican los investigadores en ‘The Journal of Clinical Investigation’.

Las personas que padecen síndrome metabólico, que incluye diabetes tipo 2, presión arterial alta, colesterol alto y obesidad, tienen un endurecimiento de los vasos sanguíneos que los pone en mayor riesgo de un ataque cardíaco o un derrame cerebral.

En un avance, los científicos de la Universidad de Leeds y la Universidad de Dundee, en Reino Unido, han descubierto un mecanismo clave que desencadena cambios en los vasos sanguíneos, que eventualmente pueden conducir a enfermedades cardiovasculares.

Comienza cuando las personas comienzan a producir en exceso una enzima llamada BACE1 que a su vez crea una proteína llamada beta amiloide. Los niveles elevados de beta amiloide están asociados con daños en el revestimiento de la superficie de los vasos sanguíneos, el endotelio. Esto interrumpe el funcionamiento normal de los vasos sanguíneos que conduce a la hipertensión arterial y la aterosclerosis, la acumulación de placa a lo largo de las paredes de los vasos sanguíneos.

Las personas que viven con diabetes tienen un mayor riesgo de ataques cardíacos o derrames cerebrales, pero aún no sabemos exactamente por qué. La nueva investigación ayuda a arrojar luz sobre la conexión.

«Si la enzima BACE1 es responsable de este mayor riesgo, representa un objetivo prometedor para nuevos tratamientos, lo que podría ayudar a las personas con diabetes a vivir vidas más largas y saludables», añade.

Los hallazgos son la culminación de ocho años de investigación, que comenzaron en Dundee y luego se expandieron a Leeds e involucraron estudios en humanos y animales.

Las investigaciones en animales analizaron el efecto de un compuesto experimental llamado M-3, que detiene las acciones de BACE1. En estudios en ratones obesos o con diabetes, se demostró que no solo detiene la enfermedad en los vasos sanguíneos, sino que la revierte.

El doctor Paul Meakin, miembro académico de la Universidad del Instituto de Medicina Cardiovascular y Metabólica de Leeds y autor principal del artículo, señala que «los efectos terapéuticos del compuesto experimental fueron marcados, y se revirtió la progresión de la enfermedad en los vasos sanguíneos gravemente dañados».

«A veces, en la ciencia, se miran los datos que se producen y hay indicios de algo allí, pero los efectos que observamos fueron dramáticos –agrega–. Y lo más emocionante es que hay medicamentos que pueden dirigirse a la enzima BACE1».

«Abre la posibilidad de que los científicos puedan desarrollar un medicamento que inhiba las acciones de BACE1, con la evidencia que sugiere que no solo puede detener el progreso de la enfermedad en los vasos sanguíneos, sino que podría revertirlo», apostilla.

BACE1 ha captado anteriormente la atención de la industria farmacéutica debido a su papel en el desarrollo de otra enfermedad importante, la enfermedad de Alzheimer, ya que está directamente relacionado con el desarrollo de placas beta amiloides que se encuentran en los cerebros de las personas que murieron con la afección.

Las compañías farmacéuticas han comenzado a desarrollar inhibidores de BACE1 que hasta ahora, han sido ineficaces para combatir el Alzheimer.

Mike Ashford, profesor de neurociencia en la Universidad de Dundee, supervisó la investigación que acaba de publicarse y destaca que este trabajo «demuestra que un proceso biológico anormal temprano, que está fuertemente relacionado con la enfermedad de Alzheimer, puede ser responsable de la enfermedad vascular y la hipertensión en personas con obesidad y diabetes».

«Estos hallazgos sugieren la posibilidad emocionante de que los medicamentos existentes que desafortunadamente no hayan mostrado ningún beneficio en los ensayos clínicos para la enfermedad de Alzheimer, se puedan usar para tratar la enfermedad vascular en este grupo de personas», añade.

El profesor Jeremy Pearson, director médico asociado de la Fundación Británica del Corazón, recuerda que «el daño a los vasos sanguíneos causado por la diabetes acelera y empeora las enfermedades circulatorias y cardíacas. Estos hallazgos identifican una nueva vía dañina que ya está dirigida por un medicamento en desarrollo para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer», añade.

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Científicos de la Facultad de Medicina Lewis Katz de la Universidad de Temple han comprobado que las proteínas chaperonas farmacológicas podrían desempeñar un papel fundamental en la terapia del Alzheimer, según publican en la revista ‘Molecular Neurodegeneration’, donde describen una nueva chaperona farmacológica capaz de prevenir el Alzheimer en animales propensos a desarrollar la enfermedad.

Las proteínas que comienzan a perder su forma se vuelven pegajosas y tienden a agruparse. Cuando esto sucede, en lugar de ser transportadas a puntos de reciclaje dentro de las células, las proteínas viejas o disfuncionales quedan atrapadas dentro de los compartimientos celulares. A veces se acumulan hasta el punto de que se apelmazan en la maquinaria celular, causando problemas importantes.

Afortunadamente, las células están equipadas con maquinaria molecular que detecta proteínas defectuosas, las clasifica y luego las elimina o las estabiliza, evitando que se acumulen y causen daños. En los últimos años, los científicos han desarrollado pequeñas moléculas de fármacos, conocidas como chaperonas farmacológicas, que pueden ayudar en este proceso.

El estudio es el primero en mostrar que un fármaco chaperón farmacológico puede interrumpir eficazmente los procesos anormales que dañan las neuronas en el cerebro, alimentan la pérdida de memoria y, en última instancia, dan lugar a la enfermedad de Alzheimer.

“Nuestro fármaco chaperón restauró específicamente los niveles de una molécula clasificadora conocida como VPS35, que ayuda a mover las proteínas fuera de los endosomas, compartimentos dentro de las células donde las proteínas se clasifican para su degradación”, explica el doctor Domenico Praticò, presidente de la Fundación benéfica Scott Richards North Star para la investigación sobre el Alzheimer, profesor de los departamentos de Farmacología y Microbiología, y director del Centro de Alzheimer de Temple en la Escuela de Medicina Lewis Katz.

El tráfico de proteínas desde los endosomas a la membrana celular u otro compartimento celular conocido como el aparato de Golgi es fundamental para la función celular normal. El VPS35 es de particular importancia para este sistema de tráfico, ya que separa las proteínas viejas y disfuncionales y las envía al reciclaje.

En trabajos anteriores, el doctor Praticò y sus colegas descubrieron que VPS35 limpia activamente el cerebro de proteínas potencialmente dañinas como la beta amiloide y la tau. Sin embargo, en la enfermedad de Alzheimer, los niveles de VPS35 se reducen.

Esta reducción está asociada con la formación de enredos de tau dentro de las neuronas, así como con la acumulación de beta amiloide fuera de las neuronas. Finalmente, estos depósitos de proteínas anormales interrumpen la actividad neuronal y contribuyen a los trastornos neurodegenerativos, incluida la enfermedad de Alzheimer.

En el nuevo estudio, los investigadores investigaron los efectos de una chaperona farmacológica en la clasificación de proteínas en ratones diseñados para desarrollar la enfermedad de Alzheimer a medida que envejecen. Los ratones fueron tratados desde una edad temprana, antes de que comenzaran a mostrar signos de enfermedad. A medida que los animales crecieron, se les realizó una prueba de efectos en la memoria y el aprendizaje.

El equipo del doctor Praticò descubrió que, en comparación con los ratones no tratados destinados a la enfermedad de Alzheimer, los animales tratados tenían una memoria mucho mejor y se comportaron igual que los ratones normales o de tipo salvaje.

Cuando los investigadores examinaron las neuronas de los ratones tratados, observaron disminuciones significativas en los ovillos de tau, así como disminuciones en las placas de beta amiloide, otro tipo de agregado de proteínas que contribuye a la enfermedad de Alzheimer.

Los investigadores notaron además que los niveles de VPS35 fueron restaurados y las uniones donde las neuronas se unen para intercambiar información, conocidas como sinapsis, fueron completamente funcionales después de la terapia farmacológica de chaperonas.

“En relación con otras terapias en desarrollo para la enfermedad de Alzheimer, las chaperonas farmacológicas son económicas y algunas de estas drogas ya han sido aprobadas para el tratamiento de otras enfermedades”, señala el doctor Praticò.

“Además, estos medicamentos no bloquean una enzima o un receptor, sino que se dirigen a un mecanismo celular, lo que significa que hay un potencial mucho menor de efectos secundarios –añade–. Todos estos factores se suman al atractivo de perseguir los fármacos chaperones como novedosos tratamientos para el Alzheimer“.

Sin embargo, antes de pasar a ensayos en pacientes humanos, el doctor Praticò planea investigar a continuación los efectos de la terapia farmacológica de chaperona en ratones mayores. “Debido a que nuestra investigación más reciente fue un estudio preventivo, queremos saber ahora si esta terapia también podría funcionar como un tratamiento para pacientes ya diagnosticados con la enfermedad de Alzheimer“, concluye.

Fuente: Infosalus / COFA

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Es un trabajo pionero en su tipo en América Latina; se espera que el análisis de estos datos sirva para desarrollar mejores estudios diagnósticos y tratamientos más personalizados.

Sin cura o tratamiento a la vista, se multiplican los estudios que intentan anticiparse a los síntomas de una enfermedad que aqueja a alrededor de medio millón de argentinos (e involucra a cinco veces más personas en su cuidado) y que según la Organización Mundial de la Salud causará estragos intelectuales y emocionales cada vez a más personas: el mal descripto por Alois Alzheimer en 1906. Se calcula que lo desarrolla el 1% de los mayores de 65 y, luego, esa cifra se duplica cada cinco años.

Con esto en mente, un equipo internacional coliderado por Laura Morelli, investigadora del Conicet en el Instituto Leloir, buscó identificar factores de riesgo genético en los genomas de casi 1000 argentinos. El trabajo se publicó en la revista Translational Psychiatry.

“Es el único estudio de este tipo en la región. Quisimos mostrar que contamos con el conocimiento y el dominio tecnológico como para avanzar en este campo”, comenta Morelli, directora del Programa de Medicina Traslacional para Innovaciones en Investigación, Diagnóstico y Tratamiento de la Enfermedad de Alzheimer, integrado por una red de centros científicos y hospitales.

Los investigadores estiman que el Alzheimer tiene un componente genético de entre el 60 y el 80%. Pero aunque se cuenta con abundante información de otros grupos poblacionales, se carece casi por completo de datos locales. Para empezar a trazar el mapa de esta parte del planeta, los científicosreclutaron a 419 personas diagnosticadas y a otras 486 sin deterioro cognitivo (el grupo de control). Las muestras fueron obtenidas en los hospitales de Clínicas de Buenos Aires, Interzonal General de Agudos Eva Perón, de San Martín, y El Cruce, de Florencio Varela, así como en establecimientos adscriptos al programa del adulto mayor de los ministerios de Salud de Jujuy y Mendoza.

“Para sacar conclusiones de este tipo de trabajos, se necesita un poder estadístico importante -cuenta Morelli-. Con mil individuos no vamos a descubrir nada nuevo (necesitaríamos reunir 20.000 genomas), pero sí podemos verificar lo que ya se averiguó de la población caucásica, por ejemplo. Por eso contrastamos nuestros resultados con estudios de España, Italia, Francia y Suecia”.

Utilizando plataformas llamadas “de alto rendimiento”, se analizaron 700.000 variantes genéticas ubicadas en determinados lugares del genoma. En particular, unas consideradas “raras”.

“Resultan interesantes porque se expresan con una frecuencia intermedia entre las vulgares y las muy raras que, cuando se dan, el riesgo de padecer la enfermedad es muy importante -afirma Morelli-. Una conocida como APOE-4 es muy frecuente, pero se detectó solamente en los caucásicos; en los asiáticos no aparece. Nosotros queríamos averiguar si esta variante se daba también en nuestra población. Y la encontramos asociada con cromosomas de ancestría caucásica, que ingresaron al territorio americano a través de la emigración europea”.

Sin embargo, la investigadora se apresura a aclarar que el genético es un factor de riesgo más, entre muchos otros. Se espera que con el avance del conocimiento, este tipo de análisis permitirá avalar recomendaciones de prevención específicas para aquellos que tengan algunas de las variantes más ligadas con el trastorno antes de que aparezcan síntomas.

Silvia Kochen, investigadora del Conicet y directora de la Unidad Ejecutora de Estudios en Neurociencias y Sistemas Complejos (ENYS) y coautora del trabajo, también advierte que aunque estos estudios son valiosos no tienen aplicación inmediata.

“Saber qué diferencias genéticas se asocian con el Alzheimer y entender qué particularidades se dan en esta parte del planeta es importante y promisorio -subraya-. Pero en este momento no tenemos herramientas para aplicar ese conocimiento a la clínica”. También destaca que el hecho de que la enfermedad tenga un componente genético de 60 u 80% no quiere decir, salvo en casos muy especiales, que sea hereditario. “Por otro lado -agrega-, no es necesario hacer ningún estudio genético para hacer prevención: por ahora, se sabe que lo más efectivo es cuidar el peso, hacer actividad física, vigilar la presión arterial y la diabetes, y mantener una vida social activa”.

Gustavo Sevlever, director del Instituto de Neurociencias Fleni-Conicet, que no participó en el trabajo, observa: “Hay un problema con la definición de la enfermedad de Alzheimer. Ya no se piensa como una demencia, porque empieza mucho antes de que el paciente tenga síntomas. Hoy se define por la presencia de dos proteínas anómalas: la Tau y la beta amiloide. De todas maneras, es un esfuerzo gigantesco. De los genes que estudiaron, ninguno alcanzó una significación estadística, pero es la punta del iceberg y probablemente en series un poco mayores puedan validar esos datos. Ahora, hay que hacer un salto conceptual para entender el significado clínico de esa información. A veces es difícil correlacionar los resultados con un paciente particular”.

Morelli, mientras tanto, se prepara para sumar información de otras variantes genéticas que podrían mejorar el pronóstico.

De la luz a las sombras 
Tsunami de la salud. Un mal que no hace distinciones 

Aunque todavía existen controversias en torno del diagnóstico del Alzheimer, fueron varias las personalidades de las que se supo que, después de encontrarse en la cima del poder, lo padecieron. Dos de ellas fueron Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Según las estimaciones, las demencias afectan hoy a 44 millones de personas en todo el mundo, y la cifra podría triplicarse hacia 2050. La OMS anticipa que la mayoría de ellas se encontrarán en América Latina y África.

Fuente: La Nación / COFA

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