La farmacéutica Janssen, de Johnson & Johnson, pretende incorporar a la Argentina como nuevo escenario para probar su vacuna contra el coronavirus. Los ensayos de fase III, que a nivel global comprenderán a 60.000 voluntarios, también se realizarán en Sudáfrica, Estados Unidos, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú.
Aunque las negociaciones están abiertas y aún resta la aprobación de ANMAT, la compañía estima que las pruebas de la vacuna contra el covid-19 podrían comenzar en el país en septiembre de este año.
Según informaron los voceros de la farmacéutica, para la selección de países, que "fue determinada en estrecha colaboración con los gobiernos y autoridades sanitarias locales", se tuvo en cuenta la prevalencia actual de la enfermedad, la demografía de la población y los requisitos de las autoridades sanitarias, "a fin de garantizar que el estudio pueda llevarse a cabo de manera adecuada y proporcionar datos relevantes".
Los ensayos, que a nivel global contarán con la participación de 60.000 voluntarios mayores de 18 años, serán llevados a cabo por centros de investigación de cada país que estarán encargados de reclutar a los participantes. En el caso de la Argentina, todavía no se sabe cuántos voluntarios juntará la firma, aunque se calcula que serán entre 4.500 y 5.000 participantes.
“Esta colaboración multilateral con Argentina demuestra el progreso y el compromiso de los esfuerzos colectivos para encontrar soluciones a la pandemia de COVID-19”, agregaron los voceros de Janssen. El laboratorio, en plena carrera por alcanzar la vacuna que busca ponerle fin a la pandemia, tiene previsto generar una producción de mil millones de dosis por año para finales de 2021.
La potencial vacuna de Janssen, que requerirá de dos dosis, es una de las 31 variantes que están en etapa clínica a nivel global, según el último informe de la OMS de este martes 25 de agosto.
De aprobarse las pruebas de J&J, esta sería el tercer ensayo de una vacuna contra el coronavirus que se realiza en el país.
El primero en desembarcar en Argentina fue el de la estadounidense Pfizer, en conjunto con la alemana BioNTech, cuando el 10 de julio se reunió con el presidente Alberto Fernández en la residencia de Olivos para dar comienzo a las pruebas con voluntarios argentinos.
La otra vacuna que será probada en el país proviene de de China. Según se dio a conocer la semana pasada, Sinopharm llevará a cabo los ensayos en Argentina en conjunto con el laboratorio nacional Elea-Phoenix.
El frotis nasofaríngeo para prueba de coronavirus es un procedimiento que consiste en introducir un largo hisopo por la nariz para recoger una muestra de la parte posterior de la nariz y la garganta, que luego se analiza para detectar el ARN del SARS-CoV-2 mediante PCR. Ahora, los investigadores que informan han desarrollado un prototipo de dispositivo que detecta de forma no invasiva el COVID-19 en el aliento exhalado de los pacientes infectados.
Además de ser incómodo, el estándar actual para las pruebas de COVID-19 requiere PCR, un procedimiento de laboratorio que requiere mucho tiempo. Debido a los retrasos, la obtención de un resultado puede llevar varios días. Para reducir las tasas de transmisión y mortalidad, los sistemas de salud necesitan pruebas rápidas, baratas y fáciles de usar.
Los investigadores crearon un conjunto de nanopartículas de oro vinculadas a moléculas que son sensibles a varios COV. Cuando los COV interactúan con las moléculas de una nanopartícula, la resistencia eléctrica cambia. Los investigadores entrenaron el sensor para detectar COVID-19 mediante el uso de «machine learning» para comparar el patrón de señales de resistencia eléctrica obtenidas de la respiración de 49 pacientes con COVID-19 confirmados con los de 58 controles sanos y 33 pacientes con infección pulmonar sin COVID en Wuhan.
Cada participante del estudio sopló en el dispositivo durante 2-3 segundos desde una distancia de 1-2 cm. Una vez que la máquina de aprendizaje identificó una posible firma de COVID-19, el equipo probó la precisión del dispositivo en un subconjunto de participantes. En el conjunto de pruebas, el dispositivo mostró una precisión del 76 por ciento en la distinción de los casos de COVID-19 de los controles y un 95 por ciento de precisión en la discriminación de los casos de COVID-19 de las infecciones pulmonares.
El sensor también pudo distinguir, con una precisión del 88 por ciento, entre pacientes enfermos y recuperados de COVID-19. Aunque la prueba necesita ser validada en más pacientes, podría ser útil para examinar grandes poblaciones para determinar qué individuos necesitan más pruebas, dicen los investigadores.
La tormenta de citoquinas que causa covid-19 podrían impedir el desarrollo de inmunidad. Shiv Pillai, investigador del Instituto Ragon del MGH, MIT y Harvard y profesor de la Escuela de Medicina de Harvard (EE.UU.) ha publicado un artículo en «Cell» en el que muestra que los altos niveles de algunas citoquinas observados en pacientes con COVID-19, como parte de una tormenta de citoquinas, pueden impedir el desarrollo de una inmunidad a largo plazo contra el SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19.
«Hemos visto muchos estudios que sugieren que la inmunidad en COVID-19 puede no ser duradera porque los anticuerpos disminuyen con el tiempo. Más revelador para nosotros fue que en los pacientes con enfermedades tanto leves como severas, los anticuerpos carecían de una característica estructural clave que es un sello distintivo de los anticuerpos de ‘alta calidad’ en una respuesta inmunológica normal».
«Usando nuestra comprensión de cómo dos tipos diferentes de células inmunes colaboran normalmente para producir los mejores anticuerpos, fuimos capaces de encontrar un mecanismo que podría explicar esta respuesta inmune de menor calidad en los pacientes con COVID-19», explica Pillai.
El grupo examinó los bazos y los ganglios linfáticos de los pacientes fallecidos con COVID-19 y descubrió que la falta de centros germinales, una parte esencial de una respuesta inmunológica duradera.
Los centros germinales son estructuras inducidas dentro de los nódulos linfáticos y bazos durante la infección o la vacunación. En ellos, las células B, las células inmunes que producen anticuerpos, maduran para convertirse en células de ‘memoria’ de larga duración. Este proceso, junto con las mutaciones controladas en los genes de los anticuerpos, permite al sistema inmunológico seleccionar e inmortalizar las células B que producen los mejores anticuerpos contra un patógeno en particular.
Junto con las mutaciones controladas en los genes de los anticuerpos, permite al sistema inmunológico seleccionar e inmortalizar las células B que producen los mejores anticuerpos contra un patógeno en particular.
Esto crea una «memoria» de por vida de un patógeno que permite al cuerpo identificar y atacar rápida y eficazmente al patógeno en caso de reinfección. Sin centros germinales, no hay suficientes células B que puedan crear una respuesta de anticuerpos de alta calidad para producir una inmunidad a largo plazo. Para formar centros germinales, las células B dependen del apoyo clave de otro tipo de célula especializada llamada célula T ayudante.
El grupo de Pillai demostró que en los pacientes de COVID-19 el tipo especializado de célula T ayudante no se desarrolla, y como consecuencia las células B no reciben la ayuda adecuada. El estudio no encontró ningún centro germinal en pacientes agudamente enfermos.
Estudios previos con enfermedades infecciosas en ratones han demostrado que altos niveles de citoquinas, pequeñas moléculas de señalización únicas en el sistema inmunológico, pueden prevenir la formación de estas células T colaboradoras y por lo tanto de centros germinales. Grandes cantidades de una citoquina llamada TNF, en particular, impidió la formación de centros germinales. En los casos graves de COVID-19 se encontraron cantidades masivas de TNF en el lugar donde normalmente se formarían los centros germinales.
Lo que significa que mientras que los anticuerpos pueden proteger a las personas durante un tiempo relativamente corto, una sola persona que se recupere de la enfermedad podría infectarse de nuevo
La falta de centros germinales se ha observado en otras enfermedades, incluyendo el SARS, y no significa que no haya una respuesta inmunológica. «Hay una respuesta inmune en COVID-19. Simplemente no viene de un centro germinal», apuntan los investigadores. Sin embargo, la falta de centros germinales podría tener importantes implicaciones para el desarrollo de la inmunidad de la manada
«Sin la formación de centros germinales, es poco probable que haya una memoria a largo plazo de este virus que se desarrolla a partir de infecciones naturales, lo que significa que mientras que los anticuerpos pueden proteger a las personas durante un tiempo relativamente corto, una sola persona que se recupere de la enfermedad podría infectarse de nuevo, tal vez seis meses más tarde, o incluso varias veces con el SARS-CoV-2. Esto sugiere que el desarrollo de la inmunidad de grupo puede ser difícil», concluye Pillai.
Los investigadores puntualizan, en cualquier caso, que «es probable» que este hallazgo no afecte a la inmunidad inducida por las vacunas, ya que no inducen tormentas de citoquinas. Una respuesta inmune inducida por una vacuna probablemente incluiría el desarrollo de un centro germinal, y la consiguiente creación e inmortalización de anticuerpos de alta calidad que proporcionarían una protección duradera contra el COVID-19.
El desarrollo de vacunas contra el SARS-CoV-2 se vería facilitado en gran medida por la identificación de correlatos inmunológicos de protección en humanos. Las respuestas de anticuerpos a largo plazo y las actividades neutralizantes después de infecciones aún no se han dilucidado con extrema certeza. Hasta la fecha, los estudios sobre inmunidad protectora solo se han realizado en modelos animales y no se han establecido correlaciones de protección en humanos
Un brote masivo de COVID-19 en un barco de EEUU dejó fuera a los miembros de la tripulación que ya tenían anticuerpos contra el nuevo coronavirus. Esto proporciona lo que los científicos indican que es la primera evidencia directa de que estos anticuerpos protegen a las personas contra la reinfección.
Después de una infección viral, el sistema inmunológico produce compuestos llamados anticuerpos neutralizantes que pueden atacar al virus si invade nuevamente. Pero investigaciones anteriores no habían determinado si tales anticuerpos pueden proteger a los humanos de la reinfección por SARS-CoV-2.
Alexander Greninger de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en Seattle y sus colegas analizaron la tripulación de un barco pesquero estadounidense para detectar coronavirus y sus respectivos anticuerpos. Precisamente antes de la salida del barco, los investigadores testearon a 120 de los 122 miembros de la tripulación y encontraron que todos eran negativos para el SARS-CoV2, pero un brote golpeó el barco poco después de que salió de la costa.
Las pruebas posteriores al viaje mostraron que 104 miembros de la tripulación de 122 personas estaban infectados. Ninguno de los que estaban infectados y habían sido examinados antes de embarcarse habían mostrado anticuerpos neutralizantes contra el SARS-CoV-2.
Pero los tres miembros de la tripulación que tenían tales anticuerpos antes de la salida evitaron de la infección. Ninguno de estos miembros de la tripulación con títulos de anticuerpos neutralizantes mostró evidencia de infección viral genuina ni experimentó ningún síntoma durante el brote viral, lo que proporciona evidencia estadísticamente significativa de que los anticuerpos neutralizantes adquiridos durante la infección por SARS-CoV-2 protegen contra la reinfección, dicen los autores.
Coincidencias de inmunidad
Además de este estudio que parece ser el primero terminante en materia de anticuerpos, se suma el coincidente que elaborado por un equipo de investigadores del Departamento de Enfermedades Infecciosas del Union Hospital de Tongji Medical College de Wuhan, China que ha llegado a la conclusión reciente de que la infección por COVID-19 induce respuestas inmunes humorales sostenidas en pacientes convalecientes después de una enfermedad sintomática.
En su estudio los profesionales cuantificaron los anticuerpos de inmunoglobulina y los anticuerpos neutralizantes durante un período de seis meses. Después del inicio de la enfermedad COVID-19 en 349 pacientes sintomáticos que se encontraban entre los primeros infectados en todo el mundo. La tasa de positividad y la magnitud de las respuestas aumentaron rápidamente. Los niveles altos a las 2-3 semanas del inicio de la enfermedad se asociaron con el control del virus y se correlacionaron estrechamente con la capacidad de neutralizar el SARS-CoV-2.
Si bien algunos elementos se volvieron indetectable doce semanas después del inicio de la enfermedad en la mayoría de los pacientes, la mayoría se mostraron en una fase de contracción intermedia, pero se estabilizaron a niveles relativamente altos durante el período de observación de seis meses. En puntos de tiempo tardíos, las tasas de positividad para la unión y neutralización de anticuerpos específicos todavía estaban por encima del 70%. En conjunto, sus datos indican una inmunidad humoral sostenida en pacientes recuperados que padecen COVID-19 sintomático, lo que sugiere una inmunidad prolongada.
Las conclusiones, hasta la mencionada experiencia del barco pesquero de Estados Unidos, habían sido erráticas. Un estudio hecho en España sobre, relacionado con el desarrollo de anticuerpos, mostró que no habría inmunidad colectiva ante el virus. De acuerdo con lo publicado el análisis mostró que solo el 5 por ciento de la población había desarrollado los anticuerpos. “A pesar del alto impacto del COVID-19 en España, las estimaciones de prevalencia (la proporción de individuos de un grupo que presentan un evento determinado) siguen siendo bajas y son claramente insuficientes para proporcionar inmunidad colectiva”, indicó el documento.
Comprender las respuestas de los anticuerpos al SARS-CoV-2 es indispensable para el desarrollo de medidas de contención para superar la pandemia actual de COVID-19.
A medida que se expande la amenaza de una segunda ola, incluso en las áreas que habían logrado mantener el virus a raya, los científicos trabajan frenéticamente para entender cómo el ordenador principal produce los anticuerpos contra el coronavirus. Una comprensión completa de este proceso se requiere para reducir la severidad del brote. Ahora, un nuevo estudio de los investigadores en la universidad de Nueva York sobre el tipo y la intensidad de los anticuerpos en los pacientes recuperados COVID-19 y las implicaciones de estas conclusión.
Una de las preguntas más importantes es entender si la inmunorespuesta a este virus produce la protección duradera contra la reinfección. Los investigadores admitieron en su informe que la neutralización del pseudovirus es una opción eficiente al virus natural para tal prueba, pero piden cautela, “el virus auténtico SARS-CoV-2 puede descubrir los sueros de neutralización potentes, que tiene implicaciones para la selección de donantes para la terapia pasiva de la inmunización”.
Un estudio que se acaba de publicar en la revista « Cell» sugiere que las personas que han padecido covid-19, incluso en sus formas más leves, puede estar, de alguna manera, protegidos frente a nuevas reinfecciones.
Según los investigadores del Instituto Karolinska (Suecia), las personas que han tenido una covid-19 leves pueden desencadenar respuestas robustas de las células T de memoria, incluso en ausencia de respuestas detectables de anticuerpos específicos del virus.
Y esta respuesta generada por la exposición natural o la infección con el SARS-CoV-2, destacan los autores, puede ser un componente inmunológico determinante para prevenir reinfecciones más graves.
Mientras esperamos una vacuna, comenta el coordinador de la investigación, Marcus Buggert, «resulta fundamental determinar si las personas expuestas o infectadas, especialmente las que tienen formas asintomáticas o muy leves de la enfermedad, desarrollan sólidas respuestas inmunitarias de adaptación contra el coronavirus».
Hasta ahora, apenas hay datos de reinfección en humanos documentados. La mayoría de los estudios sobre la protección inmune contra el SARS-CoV-2 en humanos se han centrado en la inducción de anticuerpos neutralizantes. Pero las respuestas de los anticuerpos tienden a disminuir y no son detectables en todos los pacientes, especialmente en aquellos con formas menos severas de covid-19.
En modelos animales de ratones se ha demostrado que las respuestas de las células T memoria inducidas por vacunas, que pueden mantenerse durante muchos años, protegen contra el virus relacionado con el SARS-CoV-1, incluso en ausencia de anticuerpos detectables
Sin embargo, en modelos animales de ratones se ha demostrado que las respuestas de las células T memoria inducidas por vacunas, que pueden mantenerse durante muchos años, protegen contra el virus relacionado con el SARS-CoV-1, incluso en ausencia de anticuerpos detectables. Pero hasta ahora no estaba claro cómo se relacionan las respuestas de las células T específicas del SARS-CoV-2 con las respuestas de los anticuerpos o con el curso clínico de covid-19 en humanos.
Lo que ha evaluado el equipo de Buggert son las respuestas de las células T y los anticuerpos específicos del SARS-CoV-2 en más de 200 individuos de Suecia en todos los escenarios de exposición, infección y enfermedad.
Así, han visto que durante la fase aguda de la infección, las respuestas de las células T se asociaron con varios marcadores clínicos de la gravedad de la enfermedad. Tras la recuperación de covid-19, se detectaron respuestas de las células T de memoria específicas del SARS-CoV-2.
Aunque las respuestas más fuertes de las células T estaban presentes en los individuos que se recuperaron de una covid-19 más grave, en los pacientes con las formas más leves también había respuesta de células T memoria
Y, aunque las respuestas más fuertes de las células T estaban presentes en los individuos que se recuperaron de una covid-19 más grave, en los pacientes con las formas más leves también había respuesta de células T memoria y en miembros de la familia expuestos al virus que no desarrollaron la enfermedad.
Los investigadores vieron que los 23 individuos que se recuperaron de la covid-19 más grave desarrollaron los dos tipos de respuestas: anticuerpos específicos contra el SARS-CoV-2 y de células T. Pero, sorprendentemente, las respuestas de las células T de memoria específicas del SARS-CoV-2 se detectaron meses después de la infección en los miembros de la familia expuestos y en la mayoría de los individuos con un historial de covid-19 mucho menos grave, a veces en ausencia de anticuerpos específicos del SARS-CoV-2.
El siguiente paso obvio es determinar si las respuestas robustas de las células T de memoria en ausencia de anticuerpos detectables pueden proteger contra el covid-19 a largo plazo
Así, entre los 28 familiares expuestos, sólo 17 presentaron respuestas de anticuerpos detectables, mientras que casi todos (26/28) sí tenían respuestas de células T. Y entre los 31 individuos que se recuperaron de covid-19 leve, casi todos tuvieron respuestas detectables de anticuerpos (27/31) y desarrollaron respuestas de células T (30/31).
«Nuestros hallazgos sugieren que la dependencia de las respuestas de los anticuerpos puede subestimar el alcance de la inmunidad a nivel de la población contra el SARS-CoV-2. El siguiente paso obvio es determinar si las respuestas robustas de las células T de memoria en ausencia de anticuerpos detectables pueden proteger contra el covid-19 a largo plazo», concluye Buggert.
Argentina y México producirán la vacuna contra el nuevo coronavirus desarrollada por la Universidad de Oxford y la empresa farmacéutica AstraZeneca que se distribuirá para Latinoamérica, anunció hoy el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, lo que permitirá que el país pueda tener prioridad a la hora de acceder a la misma. Se estima que la potencial vacuna de AstraZeneca-Oxford estará disponible para el primer semestre de 2021.
El Presidente explicó que AstraZeneca eligió al laboratorio argentino mAbxience para producir el principio activo de la vacuna, lo que “es un inmenso desafío para la industria nacional y México será el encargado de envasar la vacuna y finalmente se distribuirá de forma equitativa según la demanda de cada país”.
El mandatario destacó que el acuerdo entre el laboratorio AstraZeneca con el apoyo de la Fundación Slim “es un proyecto sin fines de lucro que nos han permitido acceder a una vacuna a un precio razonable de 3 a 4 dólares por dosis”, al tiempo que subrayó que “es un gran alivio para el futuro, pero no es una solución para el presente”.
“Es una gran noticia que México y Argentina sean los puntos referenciales en la producción de esta vacuna y que sea una solución para el continente. Seguimos trabajando con otros proveedores para ver primero cuál es la más efectiva, y segundo cuándo podemos contar con ella”, sostuvo Fernández al referirse a las otras opciones de vacunas que se encuentran en estudio.
El ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, se mostró “contento porque estamos tratando de asegurar el acceso a la vacuna y una manera de asegurarlo es que el precio sea razonable. Estamos orgullosos porque no es fácil producir la materia prima de una vacuna de esta complejidad”.
El titular de la cartera sanitaria nacional, quien estuvo acompañado por la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, señaló que “tener la capacidad de producción local, no solo es una muy buena noticia para toda Latinoamérica, sino que también es una seguridad de acceso a la vacuna en tiempo y forma”.
Las autoridades además adelantaron que habrá prioridades para el acceso a la vacuna, entre los que se encuentran los trabajadores de salud y las personas con patologías previas.
Durante la reunión con AstraZeneca, previa al anuncio, Agustín Lamas, Presidente de la firma para la Región del Cono Sur comentó: “este acuerdo destaca el gran nivel de profesionales, la calidad de la ciencia y las capacidades de fabricación que tiene nuestro país. Si los ensayos clínicos resultasen resultados positivos, esta alianza estratégica proporcionará acceso temprano a la potencial vacuna COVID-19 para Argentina”.
Desde el laboratorio estiman llegar a un piso de producción de 150 millones de dosis y un techo de 250 millones. Se calcula que en Latinoamérica, excluyendo a Brasil, se van a necesitar 230 millones de dosis.
El pasado 20 de julio se publicó en la revista científica The Lancet un estudio hecho con 1077 voluntarios -adultos sanos de entre 18 y 55 años- que mostró que la vacuna de Oxford es segura y una dosis generó en el 95 por ciento de los participantes un aumento en los anticuerpos contra el virus SARS-CoV-2, causante de la COVID-19.
Actualmente la vacuna se encuentra desarrollando los estudios de Fase III lo que la posiciona como la vacuna más adelantada.
Johnson & Johnson anunció hallazgos preclínicos que demuestran que su vacuna candidata principal contra el SARS-CoV-2, el virus que causa COVID-19, previno exitosamente la infección. Los datos, publicados en Nature, muestran que una dosis única de la vacuna experimental basada en el vector de adenovirus 26 (Ad26) de la Compañía produjo una respuesta inmunológica robusta como lo demuestran los "anticuerpos neutralizantes", previniendo con éxito la posterior infección y protegiendo completamente los pulmones del virus en primates no humanos (NHPs - por sus siglas en inglés) en el estudio preclínico. Con base en la solidez de estos datos, los ensayos clínicos de Fase 1/2a, en voluntarios sanos han comenzado en los EE. UU. y Bélgica. Estos son los primeros estudios en humanos de la vacuna candidata, Ad26.COV2.S, recombinante.
"Nos entusiasma ver estos datos preclínicos porque muestran que nuestra vacuna candidata contra el SARS-CoV-2 generó una fuerte respuesta de anticuerpos y proporcionó protección tras una sola dosis"
Estos hallazgos nos dan confianza a medida que avanzamos en el desarrollo de nuestra vacuna a una velocidad acelerada, mientras también expandimos la capacidad de producción, habiendo iniciado los ensayos de Fase 1/2a en julio y con el propósito de iniciar ensayos de Fase 3 en septiembre, dijo Paul Stoffels, MD, vicepresidente del Comité Ejecutivo y director científico, Johnson & Johnson.
El robusto programa de estudios clínicos de Janssen, incluyendo el estudio de Fase 1/2a y el estudio de Fase 3, evaluarán los regímenes de una y dos dosis de Ad26.COV2.S paralelamente. El estudio de Fase 1/2a está evaluando la seguridad, la reactogenicidad (las reacciones esperadas a la vacunación, tales como la hinchazón o el dolor) y la inmunogenicidad de Ad26.COV2.S, en más de 1,000 adultos sanos de 18 a 55 años de edad, así como en adultos de 65 años y mayores.También tenemos en nuestros planes realizar un estudio de Fase 2 en los Países Bajos, España y Alemania y tenemos en marcha la preparación para un estudio de Fase 1 en Japón. Para más información acerca de estos estudios, visite www.clinicaltrials.gov
Ha medida que la Compañía inicia los estudios de Fase 3, se han iniciado conversaciones con socios con el objetivo de empezar un estudio determinante de Fase 3 en septiembre, con una vacuna de una sola dosis comparada con placebo, dependiendo del resultado de los estudios de Fase 1/2a y de la aprobación de los reguladores. Paralelamente, la compañía está planeando un estudio clínico de Fase 3 de la vacuna con un régimen de dos dosis comparadas con placebo.
La compañía incluirá representación de población que ha sido altamente impactada por la pandemia, en el diseño e implementación del estudio de Fase 3 para el COVID-19. En los Estados Unidos, esto incluirá una representación significativa de población de color, hispana/latina, y participantes de más de 60 años de edad.
El estudio fue realizado por investigadores del Centro Médico Beth Israel Deaconess (BIDMC), Harvard Medical School, Boston,en colaboración con Janssen, las compañías farmacéuticas de Johnson & Johnson y otras organizaciones como parte de la colaboración en curso para acelerar el desarrollo de la vacuna contra el SARS-CoV-2.
Dan Barouch, MD, Ph.D., director del Centro de Investigación de Virología y Vacunas en BIDMC y del Instituto Ragon, declaró que “los datos preclínicos, generados en asociación con el equipo de Johnson & Johnson, demuestran el potencial de la vacuna candidata contra el SARS-CoV-2. Adicionalmente, los datos sugieren que los niveles de anticuerpos pueden servir como biomarcadores para la protección mediada por la vacuna ".
En el estudio, los investigadores primero inmunizaron a los NHPs con un panel de prototipos de vacunas, y luego los expusieron al SARS-CoV-2. Los científicos descubrieron que, de siete prototipos de vacunas evaluadas en el estudio, la vacuna Ad26.COV2.S (llamada Ad26-S.PP en el artículo publicado en Nature) produjo los niveles más altos de anticuerpos neutralizantes contra el SARS-CoV-2. El nivel de anticuerpos se correlacionó con el nivel de protección, confirmado en observaciones previas y sugiriendo que podrían ser un biomarcador potencial para la protección mediada por la vacuna. Los 6 NHPs que recibieron Ad26.COV2.S no mostraron virus detectables en el tracto respiratorio inferior después de la exposición al SARS-CoV-2, y solo uno de esos seis presentó niveles muy bajos del virus en un hisopado nasal en dos muestras de tiempo.
“A medida que combatimos de manera colectiva esta pandemia, mantenemos nuestro profundo compromiso con nuestra meta de brindar una vacuna segura y eficaz al mundo. Nuestros resultados preclínicos nos dan motivo para ser optimistas conforme iniciamos nuestros primeros estudios clínicos en seres humanos y estamos emocionados de pasar a la siguiente etapa de nuestra investigación y desarrollo hacia una vacuna contra el COVID-19. Sabemos que, de ser exitosa, esta vacuna puede desarrollarse rápidamente, producirse a gran escala y llegar a todo el mundo” dijo Mathai Mammen, M.D., Ph.D., Líder Global de Investigación y Desarrollo de Janssen, LLC, Johnson & Johnson.
Nuestra responsabilidad fundamental es brindar a los pacientes, a los consumidores y a los profesionales de la salud productos que sean eficaces y seguros. En Johnson & Johnson adoptamos un enfoque de seguridad médica que se basa en la evidencia y en la ciencia y se rige por la ética y por valores, poniendo el bienestar de los pacientes y de los consumidores en primer lugar en nuestro proceso de toma de decisiones y en nuestras acciones,con énfasis en la transparencia.
A medida que Johnson & Johnson avanza con el desarrollo clínico acelerado de la vacuna experimental contra el SARS-CoV-2, la Compañía continúa incrementando su capacidad de fabricación y está en conversaciones activas con socios estratégicos a nivel internacional para apoyar el acceso a la vacuna en todo el mundo. Johnson & Johnson busca cumplir con su meta de suministrar más de mil millones de dosis a nivel mundial en el transcurso de 2021 siempre y cuando la vacuna sea segura y eficaz.
Este proyecto ha sido financiado en su totalidad o en parte con fondos federales de la Oficina del Subsecretario de Preparación y Respuesta, Autoridad de Investigación y Desarrollo Avanzado Biomédico, bajo el Acuerdo de Otras Transacciones HHSO100201700018C.
Para más información sobre la estrategia en múltiples frentes de Johnson & Johnson para el combate a la pandemia, visite el sitio www.jnj.com/coronavirus.
Esta es la conclusión de un estudio llevado a cabo por investigadores del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio (UT Health San Antonio), publicado en «Nature Communications».
Los científicos resolvieron la estructura de una enzima llamada nsp16, que el virus produce y luego utiliza para modificar su límite de ARN mensajero, explica el doctor Yogesh Gupta, autor principal del estudio de la Escuela de Medicina Joe R. y Teresa Lozano Long de UT Health San Antonio.
«Es un camuflaje. Debido a las modificaciones, que engañan a la célula, el ARN mensajero viral resultante se considera parte del propio código de la célula y no algo extraño», señala el doctor Gupta.
Descifrar la estructura 3D de nsp16 allana el camino para el diseño de medicamentos antivirales para Covid-19 y otras infecciones emergentes por coronavirus. Los fármacos, nuevas moléculas pequeñas, evitarían que nsp16 realice las modificaciones y así el sistema inmune se lanzaría sobre el virus invasor, reconociéndolo como un extraño.
«El trabajo de Yogesh descubrió la estructura 3D de una enzima clave del virus Covid-19 necesaria para su replicación y encontró un bolsillo que puede ser dirigido para inhibir esa enzima. Este es un avance fundamental en nuestra comprensión del virus», afima el coautor del estudio Robert Hromas, profesor y decano de la Long School of Medicine.
Inmunova anunció hoy que la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) aprobó el protocolo de investigación del estudio clínico de Fase 2/3 del suero hiperinmune anti-COVID-19, que evaluará su seguridad y eficacia en el tratamiento de pacientes con infección por SARS-CoV-2.
El estudio clínico comenzará la semana próxima en el Sanatorio Güemes, en el Hospital General de Agudos “Dr. Ignacio Pirovano", ambos de CABA, en el Hospital Cuenca Alta - SAMIC de Cañuelas y en el Instituto Médico Platense de La Plata. Próximamente iniciará en más de diez hospitales y clínicas de obras sociales del área metropolitana de Buenos Aires y La Plata. Incluye la participación voluntaria de 242 pacientes adultos con enfermedad moderada a severa causada por la infección del SARS-CoV-2 confirmada por PCR, dentro de los diez días del inicio de síntomas y que requieren hospitalización.
El suero anti-COVID-19 es el primer potencial medicamento innovador para el tratamiento de la infección por el nuevo coronavirus totalmente desarrollado en Argentina.
En ensayos in vitro demostró la capacidad de neutralizar el virus, con una potencia alrededor de 50 veces mayor que el promedio del plasma de convalecientes. Este desarrollo y los resultados de estas pruebas fueron publicados en la revista especializada Medicina.
Dicho estudio clínico de Fase 2/3 busca demostrar la seguridad y eficacia del suero hiperinmune en términos de mejoría clínica del paciente: la recuperación pronta para poder ser externado, que no avance la enfermedad y por tanto la necesidad de asistencia respiratoria mecánica o el traslado a una unidad de cuidado intensivo.
“El ensayo clínico evaluará si los anticuerpos del suero anti-COVID-19 pueden frenar la propagación del virus en el organismo y así evitar que el cuadro se agrave. Esperamos demostrar su eficacia y debemos hacerlo, como en todas las terapias experimentales, con un estudio clínico riguroso y controlado”, señaló el Dr. Fernando Goldbaum, director científico de Inmunova e investigador superior del CONICET. “Si bien las vacunas son la estrategia ideal, la pandemia plantea la necesidad de terapias efectivas en plazos más próximos que permitan disminuir el impacto del nuevo coronavirus. Nuestro suero no necesita de donantes, se puede producir en grandes cantidades y se puede suministrar a cada paciente en una concentración conocida de anticuerpos”, indicó Goldbaum, que también dirige el Centro de Rediseño e Ingeniería de Proteínas de la UNSAM y el Laboratorio de Inmunología y Microbiología Molecular de la Fundación Instituto Leloir.
Este suero terapéutico es una inmunoterapia basada en anticuerpos policlonales equinos, obtenidos mediante la inyección de una proteína recombinante del SARS-CoV-2 en estos animales, inocua para ellos, que hace que generen gran cantidad de anticuerpos neutralizantes.
Luego de la extracción del plasma –un proceso similar al que se utiliza cuando se extrae plasma de personas (plasmaféresis)– estos anticuerpos se purifican y procesan, a través de un proceso biotecnológico, para obtener fragmentos de los anticuerpos con alta pureza y buen perfil de seguridad.
El suero producido contiene gran cantidad de estos anticuerpos con capacidad neutralizante, es decir, que podría evitar que el virus ingrese a las células que es donde se multiplica.
Una inmunoterapia altamente escalable
El suero hiperinmune anti-COVID-19 ha sido desarrollado para inmunización pasiva, es decir, que al paciente se le administran anticuerpos contra el agente infeccioso, produciendo su bloqueo y evitando que se propague. Esta estrategia terapéutica es similar a la del plasma de personas que se recuperaron del COVID-19, pero en este caso los anticuerpos se obtienen de plasma equino. Esto posibilita que la producción del suero terapéutico a partir de este plasma pueda escalarse en cantidad.
Los anticuerpos policlonales equinos se utilizan para la elaboración de medicamentos, atender emergencias médicas como el envenenamiento por mordedura de serpientes y alacranes, intoxicaciones por toxina tetánica, botulismo, exposición al virus de la rabia y enfermedades infecciosas como la influenza aviar.
“Nuestro conocimiento previo y experiencia en la investigación de sueros hiperinmunes nos permitió avanzar en este desarrollo con la celeridad que demanda la pandemia, en un trabajo de articulación público-privada. Además contamos con el asesoramiento de un comité de expertos, que va a monitorear la seguridad y los resultados del ensayo clínico”, señaló Linus Spatz, director de Inmunova. Y afirmó: “si los resultados son los esperados, el suero hiperinmune presenta la ventaja de que puede ser producido a gran escala”.
Este posible tratamiento para hacer frente al COVID-19 es fruto del trabajo encabezado por Inmunova y el Instituto Biológico Argentino (BIOL), con la colaboración de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud “Dr. Carlos G. Malbrán” (ANLIS), Fundación Instituto Leloir (FIL), Mabxience, CONICET, Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), Instituto de Virología “Dr. José M. Vanella” de la Universidad Nacional de Córdoba y Grupo Insud. Y cuenta con el apoyo de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación.
Es sabido que uno de los principales accesos de las partículas virales del SARS-CoV-2 al organismo humano es la vía nasofaríngea. Por ese motivo, poder bloquear farmacológicamente esta puerta de entrada para el ingreso del virus, sobre todo en poblaciones que están muy expuestas a infectarse como el personal de salud, podría ayudar a reducir el número de casos de COVID-19.
Esta es una de las aplicaciones potenciales que un equipo de investigadores argentinos, enmarcados en un proyecto seleccionado en la convocatoria lanzada por la Unidad Coronavirus COVID-19 (conformada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, el CONICET y la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, en el marco del Programa de Fortalecimiento Federal), visualiza en un spray nasal, que ya se comercializa en la Argentina y en otros dieciséis países para el tratamiento de resfríos comunes, cuyo principio activo es la carragenina.
Los carragenanos son polisacáridos (unión de muchos monosacáridos o azúcares) producidos por algunas algas rojas que, desde que fueron descubiertos hace alrededor de seiscientos años en un pueblo del norte de Irlanda, conocido justamente como Carraghen,, son utilizados como espesantes y estabilizadores de alimentos. En la actualidad, su uso está muy difundido, no sólo en la industria alimentaria, sino también en la farmacéutica y la cosmética.
Hace ya más de seis décadas, estudios científicos empezaron también a poner a prueba con éxito las propiedades antivirales de la carragenina. Así, diferentes ensayos, in vitro y en modelos animales, probaron su capacidad de inhibir distintos virus con envoltura, como el virus de la influenza B, virus herpes tipos 1 y 2, virus de la inmunodeficiencia humana, del papiloma humano, influenza A H1N1, dengue, rinovirus, hepatitis A, enterovirus y algunos coronavirus.
La acción antiviral de la carragenina se debería a que este compuesto polimérico funcionaría como una barrera eléctrica que, gracias a su carga negativa, se uniría a las partículas virales, cuya envoltura contiene proteínas con carga positiva, impidiendo así que el virus se una a la superficie de las células y bloqueando su ingreso a las mismas.
La carragenina puede “capturar” las partículas virales que liberan las células que ya fueron infectadas.
“Esto nos permite pensar que la carragenina, aplicada a través de un spray nasal, podría tener dos objetivos diferentes en relación con el SARS-CoV-2. Por un lado, frenar la infección por la vía nasal en individuos sanos, mediante el blindaje de las células que forman el epitelio de la mucosa nasofaríngea. Por otro, en el caso de pacientes infectados que fueron recientemente diagnosticados, impedir que la partículas virales liberadas por las células que mueren colonicen nuevas células, por ejemplo del epitelio olfatorio, y que eso le permita al patógeno esparcirse hacia nuevas vías, para terminar llegando al sistema nervioso central; o que infecten más células del epitelio respiratorio, en el camino hacia el aparato respiratorio inferior”, señala Osvaldo Uchitel, director científico del proyecto e investigador superior del CONICET en el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE, CONICET-UBA), del que fue su primer director.
“Si evitamos que el virus llegue al cerebro o a los bronquios y pulmones, entonces, el aparato respiratorio no se vería comprometido, y podríamos colaborar a reducir la cantidad de pacientes con COVID-19 en estado grave, o incluso moderado”, enfatiza Diana Jerusalinsky, otra de las integrantes del proyecto e investigadora principal del CONICET en elInstituto de Biología Celular y Neurociencia “Profesor Eduardo de Robertis” (IBCN; CONICET-UBA).
Uno de los síntomas frecuentes del COVID-19 es la anosmia o pérdida del olfato. De acuerdo con los investigadores, esto ocurriría debido a la colonización por parte del virus de células del epitelio olfatorio, desde donde puede viajar directamente hacia el sistema nervioso central, para atacar al centro respiratorio, y allí afectar a las neuronas de forma directa o, indirectamente, a través de procesos inflamatorios. Para Uchitel y Jerusalinsky, especialistas en neurociencia, impedir mediante un tratamiento temprano que esto ocurra es clave para evitar que las infecciones por SARS-CoV-2 comprometan el funcionamiento del sistema respiratorio.
“La idea es hacer dos ensayos clínicos. Uno, en el que participará personal salud de hospitales del AMBA, nos permitirá conocer en qué medida el spray puede ayudar a prevenir la infección por SARS-CoV-2 en personas con alta exposición al virus (habrá dos poblaciones: una que será tratada con carragenina y otra, control, que recibirá un spray sin carragenina, como placebo). El otro ensayo involucrará a pacientes con COVID-19 recientemente diagnosticados (no más de 48 horas) y con síntomas leves, y apuntará a ver si la carragenina aplicada a través del spray nasal puede contribuir a evitar que las partículas virales lleguen al sistema nervioso central”, afirma Uchitel.
Tanto los resultados de los experimentos realizados con modelos animales y líneas celulares in vitro (que constan en la literatura), como los ensayos clínicos que verificaron la eficiencia del spray nasal para tratar resfriados comunes (que involucran, en algunos casos, a virus de la familia de los coronavirus), permiten a los investigadores ser optimistas.
Los otros dos investigadores que participan de este estudio, Juan Manuel Figueroa, director clínico del proyecto y responsable de la Sección de Neumonología Infantil del Hospital de Clínicas José San Martín, y Lorena Itatí Ibáñez, investigadora del CONICET en el Instituto de Ciencia y Tecnología César Milstein (ICT Milstein, CONICET-Fundación Pablo Cassará), presentaron en el 2015, en el 7° Congreso Argentino de Neumonología Pediátrica, un trabajo que mostró que la carragenina inhibe la replicación viral en cultivos de una línea de células de epitelio respiratorio humano infectadas con el virus de influenza H1N1.
“Otro aspecto importante de este proyecto es que, en caso de que los resultados de los ensayos clínicos sean los que esperamos -es decir, muestren la capacidad del spray para disminuir los casos con COVID-19 entre el personal de salud, y para impedir que en pacientes con poco tiempo de infección el virus termine comprometiendo al sistema respiratorio, evitando que el caso se agrave-, sería factible producir el fármaco masivamente y de forma económica. Hay que tener en cuenta que la carragenina también se usa en otros productos farmacológicos (además de en alimentos y cosméticos), y que está comprobado que no genera efectos adversos”, concluye Jerusalinsky.