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Martes, 27 Septiembre 2022 13:53

Hepatitis C: bajo diagnóstico en América Latina

Si bien hay cinco cepas principales del virus (A, B, C, D y E), las hepatitis B y C son las más comunes. Según la OMS en el continente americano se producen anualmente 67.000 nuevas infecciones de la hepatitis C y 84.000 nuevas muertes.

Solo el 22% de las personas con hepatitis C crónica se diagnostica y de ellas el 18% recibe tratamiento antiviral, a pesar que el mismo es seguro y efectivo con una posibilidad de curación en el 95% de los casos. Lamentablemente el acceso al diagnóstico y el tratamiento en algunas zonas sigue siendo escaso por múltiples factores.

Desde el 2015, nuestro país incorporó nuevos antivirales que permitieron un descenso significativo de casos, que se acompañó de una menor tasa de indicación de trasplante hepático y disminución de la mortalidad global. Por otro lado, el personal de salud, activistas, estado e investigadores están trabajando con el fin de alcanzar los objetivos mundiales de eliminación de las hepatitis virales para 2030.

El período de incubación de la hepatitis C oscila entre 2 semanas y 6 meses, generando una inflamación del hígado y produciendo síntomas tanto de forma aguda (poco frecuente) como crónica con posibilidad de evolucionar a la cirrosis hepática y cáncer primario de hígado en la minoría de los casos. Tras la infección inicial, aproximadamente el 80% de las personas no presentan síntomas y los pacientes pueden permanecen años sin consultar ni ser detectados.

La sintomatología aguda puede incluir fiebre, cansancio, inapetencia, náuseas, vómitos, dolor abdominal, color oscuro de la orina, color claro de las heces, dolor articular e ictericia (coloración amarillenta de la piel y el globo ocular).

Es un virus de transmisión sanguínea y la mayoría de las infecciones se producen por la exposición a la sangre a través de prácticas de inyección no seguras, atención sanitaria no segura, transfusiones de sangre no analizadas, uso de drogas inyectables y prácticas sexuales de riesgo sin protección que conducen a la exposición de la sangre.

Una vez diagnosticada se deberá evaluar la magnitud del daño hepático para orientar las decisiones terapéuticas y la conducta clínica, en la actualidad en general se usan estudios médicos no invasivos. En la actualidad, el acceso al tratamiento es provisto por el estado o las distintas coberturas médicas.

Un diagnóstico precoz puede prevenir problemas de salud derivados de la infección, y también la transmisión del virus a otras personas. Ante cualquier síntoma se recomienda visitar al médico de cabecera que indicará los análisis correspondientes, responderá dudas y guiará en los cuidados de la salud.

Asesoró: Dra. Paola Casciato (M.N. 97426). Médico de planta de la Sección de Hepatología y Trasplante Hepático y de la Unidad Interdisciplinaria de Tumores Hepáticos del Hospital Italiano de Buenos Aires.

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 "Actúe por la salud ósea" es el lema elegido este año por la Fundación Internacional de la Osteoporosis (IOF, según sus siglas en inglés) para el Día Mundial de la Osteoporosis que se celebra todos los 20 de octubre. La entidad busca generar conciencia en torno a esta enfermedad que predispone a sufrir fracturas y que, en virtud del envejecimiento de la población, se encuentra en franco ascenso. Se estima que, por ejemplo, entre 1990 y 2050 las fracturas de cadera se habrán incrementado un 240% entre las mujeres y un 310% en los varones.

Uno de los principales obstáculos para su tratamiento es el subdiagnóstico que impide implementar los tratamientos disponibles para esta enfermedad que se caracteriza por la pérdida de masa ósea de los huesos y que predispone a sufrir fracturas. Uno de los datos clave de la actual campaña de la IOF es que "el 80% de los adultos que se fracturan un hueso no se someten a pruebas ni reciben tratamiento para la osteoporosis", puede leerse en unos de sus materiales elaborados especialmente para el Día Mundial de la Osteoporosis.

"Lo que vemos en nuestra consulta y en nuestros trabajos es que la gente que sufre una fractura no piensa nunca en que puede deberse a la osteoporosis, sino que sencillamente piensa que es porque se trató de un golpe fuerte o porque se cayó. Por eso es necesario instalar la idea de que toda fractura después de los 50 años es por osteoporosis hasta que se demuestre lo contrario. Vale la pena porque la osteoporosis es una enfermedad de todo el esqueleto y tiene tratamiento eficaz", sostiene la doctora María Belén Zanchetta (M.N. 106937), médica endocrinóloga, directora médica de IDIM y miembro del Comité de Asesores regionales de la IOF.

 

Riesgo inminente (pero prevenible) de fractura

"En general, el paciente trata de minimizar la causa de la fractura: es la caída, no la fragilidad ósea. Y muchas veces los médicos realizan procedimientos para tratar esa fractura sin la orientación adecuada para iniciar el tratamiento", opina la doctora Ana María Galich (M.N.63346), medica endocrinóloga jefa del Sector Osteopatías Metabólicas del Hospital Italiano de Buenos Aires. "El problema es que así, el paciente sigue su vida sin llegar a tener un diagnóstico y sin pensar que existe una posibilidad para mejorarse y evitar futuras fracturas", agrega.

"Sin diagnóstico y sin tratamiento, el riesgo de volver a sufrir una nueva fractura por osteoporosis es altísimo: es del 20% dentro del mismo año de la primera fractura", advierte la doctora Zanchetta. "Es lo que llamamos riesgo inminente de fractura: un paciente cuando se fractura tiene un riesgo altísimo de volver a tener una fractura –agrega la doctora Galich–. Pero ese riesgo se puede reducir con los tratamientos que tenemos en la actualidad. No hay ningún tratamiento que anule el 100% de las fracturas, pero sí bajan marcadamente el riesgo".

Pero otros de los aspectos que conspiran contra el diagnóstico de una fractura por osteoporosis descansa en la primera línea de atención de los pacientes: "Quienes atienden las fracturas en las salas de emergencia no están aún enfocados en el diagnóstico clínico de osteoporosis. Sería fundamental que una vez pasada la urgencia se recomiende al paciente consultar para descartar osteoporosis", señala la doctora Zanchetta.

La capacitación médica en torno a la prevención de las fracturas por osteoporosis es una herramienta fundamental para su diagnóstico temprano y su tratamiento. Según la doctora Galich, hay diferencias notables en el abordaje en función del acceso al conocimiento médico: "En los grandes centros donde hay muchos médicos y mayor capacitación médica es más frecuente el diagnóstico versus lo que sucede con las personas que viven en lugares mucho más alejados, en donde una persona sufre una fractura y no se jerarquiza que puede ser por osteoporosis. Aun así, incluso en centros de primera línea dedicados exclusivamente a otras especialidades, el único diagnóstico de una fractura es que ha sido por una caída. Esto pone de manifiesto que el abordaje de esta patología debe ser multidisciplinario con endocrinólogos, traumatólogos, clínicos, kinesiólogos, como nosotros lo venimos haciendo hace muchos años".

 

15 minutos para el diagnóstico

Ante toda fractura que se produce en una persona mayor de 50 años de edad lo recomendable es consultar al médico, quien en función del análisis de la historia clínica y la realización de estos simples (radiografía, densitometría ósea y estudios de laboratorio) puede arribar rápidamente al diagnóstico de la osteoporosis.

"En un trabajo científico que realizamos sobre pacientes con fracturas de muñeca nos encontramos que solo al 20% de los pacientes les habían hecho una densitometría, lo que muestra que ni médicos ni pacientes consideran que puede haber una condición subyacente detrás de una fractura –afirma la doctora Zanchetta–. Una densitometría lleva 15 minutos y en seguida se ve el resultado, por lo que es relativamente sencillo llegar al diagnóstico de osteoporosis".

Según estadísticas de la IOF, en la Argentina 3 de cada 4 mujeres posmenopáusicas tiene una densidad mineral ósea en riesgo: el 25% tiene osteoporosis y el 50% osteopenia, una condición previa que se caracteriza por la descalcificación de los huesos y que sin tratamiento puede derivar en osteoporosis. Es más, esa organización internacional ha estimado que para 2050, 5.24 y 2.62 millones de mujeres sufrirán osteopenia y osteoporosis, respectivamente.

 

"Sirenas de Cristal", una serie para generar conciencia

"Sirenas de Cristal" es una miniserie de cuatro episodios producida por Amgen para Latinoamérica, España y Portugal, que aborda el impacto de la osteoporosis en la calidad de vida de quienes las padecen. 

La serie cuenta la historia de Alicia, María y Daniela, un grupo de amigas que integran un equipo de nado sincronizado. Juntas compartieron experiencias, inquietudes y pasiones. Y juntas –también– fueron haciéndose mayores. Un día cualquiera, por un descuido, una caída inesperada trastoca su pequeño mundo.

"Sirenas de Cristal" indaga en la osteoporosis, pero también es una historia acerca de cómo afrontar el paso de los años, ser conscientes de la edad y seguir disfrutando la vida con mayor autonomía.

En el marco del día de la osteoporosis, "Sirenas de Cristal" invita a reflexionar sobre la verdadera cara de esta enfermedad silenciosa y el impacto que una fractura puede provocar en la vida de las mujeres. Los cuatro capítulos podrán verse en forma gratuita en www.sirenasdecristal.com.ar.

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La Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) es una patología caracterizada por una limitación al flujo aéreo de las vías respiratorias producto de anormalidades causadas por la exposición a gases nocivos de los cuales el más frecuente es el humo del tabaco.

Si bien es menos frecuente que el asma bronquial (la enfermedad respiratoria crónica más común) tiene una tasa de mortalidad 8 veces mayor. Cabe destacar que  es una afección común, prevenible y tratable, y su prevalencia está directamente relacionada al hábito de fumar, aunque en países en vías de desarrollo también se consideran otros factores tales como el humo de leña, antecedentes de infecciones respiratorias en la infancia o la exposición a otro tipo de gases.

Estudios epidemiológicos de hace unos años atrás revelaron que hay unas 350 millones de personas en el mundo con EPOC – lo que corresponde a una prevalencia del 11% de la población mundial – y que esta enfermedad causa alrededor de 3 millones de muertes por año (5.6% de las muertes mundiales) – dato que la posiciona como la cuarta causa de muerte a nivel global. Además, se observa un incremento mundial de casos desde un valor estimado de 149 millones de sujetos en 2005 a 174,5 millones en 2015 lo que significa un 17 % de incremento en la prevalencia general. De continuar esta tendencia, se espera que en 2030 el número ascienda a 4,5 millones de muertes.

En lo que respecta a nuestro país, el único estudio que arrojó datos al respecto es el de EPOC.AR. Según sus resultados, esta enfermedad tiene un 14,5% de prevalencia en la población local mayor de 40 años y se da más en hombres (18%) que en mujeres (11%).

De la población estudiada al azar, un 70% tenía antecedentes de tabaquismo activo o ex tabaquistas y en la población de no fumadora, un 8% se demostró una prevalencia de EPOC en relación a antecedentes de tabaquismo pasivo, tuberculosis pulmonar o asma bronquial en la infancia mal controlado.

A su vez, se demostró una elevada tasa de sub-diagnóstico ya que solo un 22% de los sujetos diagnosticados en dicho estudio se conocían como pacientes con EPOC.

“Se debe sospechar la posibilidad de EPOC ante todo paciente con más de 40 años con historia de tabaquismo que haya fumado más de 10 paquetes por año y que presente síntomas respiratorios crónicos como disnea o tos habitualmente matutina y con expectoración”, comenta el Dr. Gastón De Stefano, médico neumonólogo de INEBA.

El especialista agrega: “Es importante tener en cuenta que los fumadores le restan importancia a sus síntomas por lo que se debe hacer un seguimiento riguroso de los mismos a todos los fumadores a partir de los 40 años”.

Para poder diagnosticar EPOC, la espirometría es el método más utilizado. Consiste en un estudio que permite detectar las obstrucciones al flujo aéreo persistente y así poder estadificarlo desde grado leve a muy severo.

“Para su tratamiento hay diferentes opciones farmacológicas –broncodilatadores de acción corta o prolongada y corticoides inhalados – como así también otras medidas que ayudan a aliviarlo. Hay también tratamientos innovadores que aún están en etapa de experimentación, aunque ninguno de ellas cura o cambia el curso de la enfermedad, solo alivian los síntomas y disminuyen la frecuencia de las exacerbaciones”, comenta el médico.

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