Repentina sensación de hormigueo o debilidad en los músculos del rostro, brazo o pierna -especialmente localizados en una mitad del cuerpo-, dificultad repentina para hablar o comprender, problemas súbitos de visión en un ojo o en los campos visuales de ambos ojos, problemas para caminar, mareos, pérdida de equilibrio o de coordinación y dolor de cabeza sin causa conocida; estos son algunos de los síntomas que pueden presentarse solos o en conjunto ante la aparición de un accidente cerebrovascular (ACV).
En la Argentina se estima que se producen cada año entre 50 mil y 60 mil ACV, lo que equivale en promedio a 1 cada 9 minutos. Además, según el último Boletín de Estadísticas Vitales (DEIS) del Ministerio de Salud de la Nación, en 2019 fallecieron en el país 18.975 personas por enfermedades cerebrovasculares, entre las que el ACV es una de las principales. Constituye la primera causa de discapacidad en Argentina y la tercera causa de muerte. A nivel global se ha establecido un día para ayudar a mejorar la conciencia sobre esta enfermedad, que es el 29 de octubre, instituido como el Día Mundial del ACV.
"Ante la presencia de un accidente cerebrovascular es fundamental el tratamiento inmediato: actuar tempranamente puede reducir al mínimo el daño cerebral y la posibilidad de complicaciones. Cuanto más tardemos en tratar adecuadamente un ACV, mayor es el riesgo de daño cerebral. Mueren aproximadamente 2 millones de neuronas cerebrales por minuto. Contamos con un primer tratamiento para los ACV que tiene una "ventana terapéutica" de solamente 4 horas y 30 minutos. Actualmente hay otros tratamientos disponibles que amplían esta ventana terapéutica hasta 24hs en casos seleccionados", afirmó la Dra. María Martha Esnaola y Rojas, médica neuróloga, Jefa del Servicio de Neurología del Hospital Dr. César Milstein. "En contrapartida, recibir tratamiento en forma temprana puede disminuir las probabilidades de sufrir secuelas mayores", completó.
Entre otras, el ACV puede dejar secuelas vinculadas a la motricidad, la sensibilidad, el habla, el lenguaje, la deglución, la vista, las funciones cognitivas y el estado de ánimo del individuo. Particularmente los problemas en la deglución, también conocidos como 'disfagia', consisten en la dificultad de tragar, ya sea alimentos, bebidas o hasta la propia saliva y representan un riesgo elevado de complicaciones asociadas, como neumonía por aspiración, deshidratación y malnutrición.
"La disfagia puede causar dificultades nutricionales y respiratorias, perjudica la calidad de vida y puede llegar incluso a producir la muerte. Es una complicación muy frecuente en pacientes con ACV, pero también se presenta en casos avanzados de enfermedades neurológicas o neurodegenerativas como, entre otras, Parkinson, Alzheimer, Miastenia Gravis o esclerosis lateral amiotrófica (ELA), y también se puede manifestar en algunos casos de cáncer de cabeza y cuello y la hemos observado en pacientes críticos con afecciones respiratorias agudas producidas por el coronavirus SARS CoV-2", sostuvo la doctora en Fonoaudiología Valeria Ton, presidenta de la Asociación Argentina de Disfagia (AAD).
La prevalencia de disfagia en eventos agudos de ACV se encuentra entre el 28 y el 65%. Si bien la mayoría de los pacientes recupera la deglución en los primeros días luego del episodio, entre el 11 al 50% tienen todavía disfagia a los seis meses. Y la complicación más temida de la disfagia, que es la neumonía por aspiración, puede ocurrir hasta en 4 de cada 10 pacientes con ACV.
Además, la disfagia contribuye a que el paciente paulatinamente se vaya desnutriendo, presente una disminución progresiva de su masa muscular y desarrolle problemas óseos que podrían impactar negativamente en su recuperación, con mayor riesgo de caídas y un condicionamiento de su autonomía.
"Aquellos signos principales que pueden estar indicando la presencia de disfagia y que requieren una evaluación a cargo de un equipo multidisciplinario, son tos o ahogos al comer, disfonía, voz húmeda luego de deglutir, dolor al tragar, babeo, problemas para armar el bolo alimenticio y dificultad para cerrar bien los labios", informó la Dra. Ton, quien también es Jefa del Servicio de Fonoaudiología Clínica de CIAREC (Clínica de Internación Aguda, Rehabilitación y Cirugía). "Todo paciente con un ACV debe ser evaluado antes de comenzar a tomar líquidos o a comer por boca luego del evento", completó.
Para la Lic. en Nutrición María Laura Ferreira, miembro del Equipo Interdisciplinario de Disfagia del Hospital General de Agudos 'Dr. Cosme Argerich', hasta el 62% de las personas con ACV experimentan desnutrición, que se correlaciona con una mayor mortalidad a largo plazo y dependencia funcional, pero de todas las causas de desnutrición en estos pacientes, la más predominante es la disfagia, que también tiene una fuerte correlación con la aspiración y la neumonía.
Para el tratamiento de la disfagia, las especialistas coinciden en que la base es una terapia rehabilitadora, donde se estimula y ejercita el mecanismo deglutorio con distintas estrategias posturales, conductuales, maniobras deglutorias e intervenciones sensoriales, entre otras.
El tipo de alimentación que el paciente con disfagia requiere es muy individual y debe personalizarse en función de la evaluación deglutoria que se le haya realizado. En general se prefieren consistencias blandas, suaves, homogéneas, húmedas, que requieran nada o poca masticación, sin dobles consistencias. Idealmente, ingestas de poca cantidad, ofrecidas varias veces en el día, bien enriquecidas.
"En general, los líquidos suelen presentar las mayores dificultades ya que discurren con facilidad y son difíciles de controlar en la cavidad oral, aumentando el riesgo de aspiración a la vía respiratoria. En este sentido, la utilización de espesantes que aporten mayor consistencia a los líquidos es una estrategia efectiva que hace más seguro su consumo", consignó la Lic. Ferreira, que también es miembro del Grupo de Estudio de Disfagia de la Asociación Argentina de Nutrición Enteral y Parenteral (AANEP).
Estos 'espesantes instantáneos' son productos que ayudan a mantener la consistencia de los alimentos y bebidas y a hacer más segura la deglución. Contribuyen a lograr la consistencia deseada de alimentos y bebidas y a evitar la deshidratación en estos pacientes.
Para aquellos casos en que el individuo no pueda comer por boca, la vía de alimentación de elección es la alimentación enteral, que es la que se administra a través de una sonda y que permite aportar todos los nutrientes necesarios para mantenerse saludable.
El Hospital Italiano de Buenos Aires invita a la comunidad a participar de una actividad por la Semana de Prevención del Accidente Cerebro Vascular (ACV), desde este lunes 21 hasta el jueves 24 de octubre a las 11hs en la sede Central del Hospital ubicada en: Perón 4190, CABA.
El objetivo de la actividad es generar un espacio de encuentro para personas interesadas en la prevención y diagnóstico del ACV, mediante la promoción del bienestar y el cuidado integral de la salud.
En el evento se podrá intercambiar opiniones con los profesionales de la salud y participar de juegos en stands con propuestas lúdicas sobre hábitos saludables, factores de riesgo y signos de alarma.
Además, en el marco del Día Mundial del ACV se brindarán talleres de prevención, el martes 29 de octubre a las 10hs en el Aula Cámera, 2° piso, Clínica Médica, Perón 4190, CABA.
Pasar por el sauna varias veces por semana, además de contribuir a la relajación, podría tener un potencial beneficio adicional para la salud de acuerdo a los resultados de un estudio observacional realizado en Finlandia que mostró que los participantes que tomaban baños de vapor con regularidad presentaban menor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular (ACV).
El trabajo publicado en la revista Neurology es el primero en evaluar la relación entre el uso de saunas y los accidentes cerebrovasculares (ACV) y se basó en el seguimiento de más de 1.600 personas durante un promedio de 15 años.
Los participantes fueron hombres y mujeres 53 a 74 años residentes en el este de Finlandia, país que dio origen al sauna y donde está tan arragaido que es habitual que la gente tenga uno en sus casas. La actividad consiste en tomar baños de vapor o sudoración en recintos cerrados a muy alta temperatura (entre 80° y 90°) y con una humedad mínima (por eso se conoce también como sauna seca). La liberación de toxinas y la activación de la circulación sanguínea son algunos de los beneficios que provoca.
El estudio mostró que quienes usaron un sauna entre cuatro y siete días a la semana mostraron un riesgo 61% menor de tener un ACV que las personas que fueron solo una vez en ese período de tiempo, determinó el estudio.
El beneficio también fue evidente para quienes tomaron baños de vapor dos o tres veces por semana, entre los que disminuyó un 14% el riesgo de ACV respecto de los que lo hicieron una vez.
Los beneficios persistieron incluso después de ajustar otros factores que podrían afectar ese riesgo, como el ejercicio, el colesterol alto, el tabaquismo y la diabetes.
"Los resultados son interesantes porque sugieren que esta actividad que las personas utilizan para la relajación y el placer también puede tener efectos beneficiosos sobre su salud vascular", dijo el autor del estudio, Setor Kunutsor, de la Universidad de Bristol (Gran Bretaña).
"Las saunas parecen tener un efecto reductor de la presión arterial, lo que puede ser la base del efecto beneficioso sobre el riesgo de ACV", acotó.
Los investigadores advirtieron que el estudio era de naturaleza observacional, y al basarse en respuestas a cuestionarios no llegó a demostrar causa y efecto.
(Fuente: AFP)
La coagulación es la capacidad que tiene la sangre de formar coágulos y estos se producen en dos situaciones: cuando la sangre sale del árbol vascular, es decir, de las arterias y de las venas, la sangre se coagula para tratar de parar cuanto antes la hemorragia; es un mecanismo fisiológico, natural. Además, la sangre también se puede coagular dentro del corazón o dentro del árbol vascular (arterias y venas) por un mecanismo patológico, como respuesta a una situación anormal.
¿Qué es la fibrilación auricular?
La fibrilación auricular (FA) es el trastorno más frecuente del ritmo cardíaco, que provoca irregularidad de los latidos del corazón. Durante la FA, las aurículas (cavidades superiores) del corazón no bombean toda la sangre dentro de los ventrículos (cavidades inferiores) causando su acumulación. Cuando esto sucede, puede dar lugar a la formación de un coágulo en la sangre. Si una parte del coágulo se desprende y viaja hasta el cerebro, puede causar un accidente cerebrovascular (ACV).
Padecer FA significa que el corazón no está latiendo de forma irregular y que la sangre no está bombeando eficientemente como debería. Las contracciones de las aurículas del corazón se irregularizan, lo que puede conducir a un estancamiento de la sangre en el corazón y, potencialmente, a la formación de un coágulo. El coágulo puede viajar en conjunto con la sangre a medida que circula hacia otras partes del cuerpo. Si se queda atascado en las extremidades u órganos, se lo denomina embolia. Si el coágulo se atasca en un vaso sanguíneo del cerebro, el suministro de sangre se corta y no llega a esa parte del cerebro, de esta manera, se lo priva de oxígeno y de nutrientes esenciales.
¿Cuál es la relación entra la fibrilación auricular y el ACV?
Las personas con fibrilación auricular tienen un riesgo mayor de desarrollar coágulos en la sangre, lo que aumenta el riesgo de ACV hasta 5 veces. Los ACV relacionados con AF tienden a ser más graves que los relacionados con otras afecciones:
Anticoagulantes orales
“La FA es una arritmia cardíaca que se caracteriza por producir coágulos en una de las cavidades cardíacas. La persona que toma anticoagulantes reduce en 50% la posibilidad de tener un ACV, una hemorragia cerebral o de morir, comparado con una persona que no está anticoagulada”, indicó el Dr. Luciano Sposato, Neurólogo e Investigador de ACV.
“Los anticoagulantes orales son medicamentos que, entre otras cosas, se usan para prevenir la formación de esos coágulos en pacientes con FA ya que reducen la coagulación natural de la sangre y, de esa manera, se puede prevenir un ACV”, señaló Sposato.
El tratamiento anticoagulante reduce el riesgo de accidente cerebrovascular en la FA porque reduce la capacidad de la sangre para formar coágulos, lo cual es una complicación importante en los pacientes con fibrilación auricular. Los antagonistas orales de la vitamina K (AVK) – warfarina/ cumarinas son uno de los tratamientos posibles.
Los AVK son eficaces cuando los pacientes se mantienen dentro de un adecuado margen terapéutico (RIN 2-3) durante la mayor parte del tiempo (60-70%). En los estudios clínicos, el riesgo de ACV se redujo en dos tercios y el riesgo de muerte, en una cuarta parte con estos fármacos.
Los AVK tienen limitaciones que dificultan a los pacientes mantenerse dentro de este estrecho margen terapéutico (RIN 2-3), lo cual resulta complicado e inconveniente en la práctica.
Los pacientes que reciben Warfarina permanecen solo ~50% del tiempo dentro del margen terapéutico correcto. Cuando el control del RIN es deficiente, el beneficio que ofrecen los AVK es reducido.
Avances en la anticoagulación
Los últimos 10 años han visto un avance increíble en anticoagulación con la disponibilidad de los nuevos agentes anticoagulantes directos (NOAC). Es importante tener en cuenta que los NOAC ofrecen mejorías sobre los agentes más antiguos, como la Warfarina, ya que exhiben mejores resultados y con mayor seguridad.
Particularmente, Dabigatrán es un novedoso inhibidor directo oral reversible de la trombina, que bloquea de manera específica y selectiva la actividad de esta enzima (tanto libre como ligada al coágulo), la cual es central en la formación de coágulos (trombos). Dabigatrán tiene una serie de características que lo distinguen de la terapia tradicional:
Asimismo, Dabigatrán es el primer y único anticoagulante oral de acción directa en disponer de un agente de reversión específico que permite actuar con rapidez y de manera eficaz en situaciones de emergencia, tales como cirugía de urgencia y sangrado severo.
Existe Idarucizumab, un novedoso fármaco de Boehringer Ingelheim que permite revertir de manera rápida y segura el efecto anticoagulante de dabigatrán en este tipo de situaciones con riesgo vital. Idarucizumab, actúa específicamente sobre la molécula de Dabigatrán, neutralizando su efecto anticoagulante, pero sin interferir en la cascada de coagulación. Esto permite que los médicos puedan centrarse en el problema médico esencial, es decir, en realizar la intervención de urgencia o controlar la hemorragia6.
Según el estudio clínico de fase III RE-VERSE AD, se observó que Idarucizumab normalizó inmediatamente los parámetros de coagulación tras su administración en más del 98% de los pacientes.
¿Cómo es vivir anticoagulado?7
El paciente anticoagulado es un paciente crónico, ya que sufre una enfermedad crónica, como puede ser:
El paciente anticoagulado es un paciente crónico porque su tratamiento anticoagulante modifica la coagulación, incrementando con ello la gravedad de las hemorragias.
El tratamiento anticoagulante evita que la persona enferma sufra la formación de trombos dentro de los vasos sanguíneos y la aparición de embolias, si el trombo se desprende y viaja.