Un estudio coordinado por investigadores del Hospital Clínic-IDIBAPS y publicado en la revista «JAMA» demuestra que la administración de un tratamiento después de la intervención para atrapar el trombo mejora el pronóstico de los pacientes de forma significativa. Este método puede suponer un cambio de paradigma en el tratamiento del ictus isquémico en todo el mundo
Restablecer la circulación después de un ictus isquémico es clave para preservar la función del área del cerebro afectada y conseguir que los pacientes se recuperen con las menores secuelas posibles.
En el estudio participaron 121 pacientes atendidos en los centros terciarios de ictus en Cataluña. A un grupo de pacientes se les administró el tratamiento fibrinolítico (r-tPA) después de la trombectomía mecánica y al otro grupo, placebo después de realizar el mismo procedimiento.
Ángel Chamorro, jefe de la Unidad de Patología Vascular Cerebral y del grupo de investigación Enfermedades cerebrovasculares del IDIBAPS ha diseñado y coordinado el estudio y presenta sus resultados en la International Stroke Conference en Nueva Orleans.
La trombectomía mecánica es un tipo de tratamiento que consiste en la introducción de un catéter por la arteria femoral a través del cual se hace avanzar un stent hasta la arteria obstruida con el objetivo de capturar, entre las mallas del stent, el trombo y extraerlo después de la circulación. Se trata de un procedimiento de elevada complejidad que sólo se realiza en hospitales terciarios con profesionales altamente cualificados.
«En el 80% de los casos conseguimos que la sangre vuelva a circular con normalidad, pero hemos observado que a los tres meses el porcentaje de personas que están completamente libres de secuelas es del 27%» explica Ángel Chamorro. «Somos mucho más eficaces restableciendo la normalidad de la circulación respecto a la eficacia clínica que observamos», añade. Esta diferencia de porcentajes evidencia que el tejido del cerebro cercano a la formación del trombo va a morir, aunque la sangre vuelva a circular con aparente normalidad.
Lo que se plantea en el estudio es que, aunque la arteria principal esté abierta, existe afectación a nivel de la microcirculación cerebral. «Esta microcirculación queda obstruida, es como si abriéramos una autopista, pero mantuviéramos cerradas las salidas» apunta Chamorro.
La microcirculación queda por debajo del nivel diagnóstico de la arteriografía cerebral que se utiliza para ver la repercusión después de la trombectomía mecánica. Para restablecerla, los investigadores se plantearon la administración de un fármaco fibrinolítico, que potencia la disolución de los trombos y ayuda a restablecer el flujo sanguíneo, después de la realización de la trombectomía. «Con esta aproximación, tratamos lo que no vemos pero que sabemos que está ahí», explica el primer firmante del trabajo y coordinador del ensayo en el Hospital Clínic ha sido Arturo Renú .
Las pautas actuales recomiendan bajar el colesterol para reducir el riesgo de enfermedad cardíaca. Sin embargo, una nueva investigación apunta a que si el colesterol baja demasiado, podría aumentar el riesgo de accidente cerebrovascular hemorrágico, según los investigadores del University Park, el campus de la Universidad Estatal de Pennsylvania (Penn State) -, en Estados Unidos.
Durante un período de nueve años, un estudio dirigido por Penn State examinó la relación entre el colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL, comúnmente conocido como colesterol ‘malo’) y el accidente cerebrovascular hemorrágico, que se produce cuando un vaso sanguíneo del cerebro se rompe.
Los investigadores encontraron que los participantes con niveles de colesterol LDL por debajo de 70 mg/dL tenían un mayor riesgo de accidente cerebrovascular hemorrágico.
Xiang Gao, profesor asociado de ciencias nutricionales y director del Laboratorio de Epidemiología Nutricional en Penn State, explica que los resultados, que se publican en la revista ‘Neurology’, pueden ayudar a ajustar y personalizar las recomendaciones para los niveles ideales de colesterol objetivo.
Chaoran Ma, estudiante graduada de ciencias nutricionales en Penn State, dice que, si bien estudios anteriores sugirieron esta conexión, era necesario realizar una validación adicional en una cohorte diferente.
“Para nuestro estudio, queríamos ampliar el alcance del conocimiento en esta área mediante la investigación prospectiva en una gran cohorte con múltiples mediciones de colesterol LDL para capturar la variación a lo largo del tiempo”, explica Ma.
El estudio incluyó a 96.043 participantes sin antecedentes de accidentes cerebrovasculares, ataques cardíacos o cáncer cuando comenzó el estudio. Los niveles de colesterol LDL se midieron cuando comenzó el estudio y, posteriormente, cada año durante nueve años. Los incidentes reportados de accidente cerebrovascular hemorrágico fueron confirmados por los registros médicos.
Los investigadores encontraron que los participantes que tenían niveles de colesterol LDL entre 70 y 99 mg / dL tenían un riesgo similar de accidente cerebrovascular hemorrágico. Pero, cuando los niveles de colesterol LDL descendieron por debajo de 70 mg/dL, el riesgo de accidente cerebrovascular hemorrágico aumentó significativamente.
Por ejemplo, el riesgo aumentó en un 169 por ciento para los participantes con niveles de LDL menores a 50 mg / dL en comparación con aquellos con niveles de LDL entre 70 y 99 mg / dL. Estos hallazgos fueron consistentes después de controlar la edad, el sexo, la presión arterial y la medicación.
“Tradicionalmente, un nivel de colesterol LDL de más de 100 mg / dL se había considerado como óptimo para la población general y más bajo en individuos con riesgo elevado de enfermedad cardíaca –explica Gao–. Observamos que el riesgo de accidente cerebrovascular hemorrágico aumentó en individuos con niveles de colesterol LDL por debajo de 70 mg / dL. Esta observación, si se confirma, tiene implicaciones importantes para los objetivos de tratamiento”.
Ma añade que los hallazgos podrían ayudar a los profesionales de la salud a continuar ajustando las pautas. “Los resultados se apoyan en un gran estudio basado en la comunidad, lo cual es una ventaja porque se enfocó en personas sanas en un entorno no clínico”.