A pesar del uso popular de la vitamina C y el zinc para combatir o disminuir la severidad de los resfriados virales y la gripe, un nuevo estudio, publicado el viernes en JAMA Network Open, encontró que estos dos suplementos no tenían ningún beneficio para las personas con coronavirus.
Lidiar con los síntomas del nuevo coronavirus puede ser una batalla larga y ardua que puede durar días, semanas e incluso meses. Si bien todavía no existe un remedio o medicamento de tratamiento comprobado para aliviar los síntomas, lo único que las personas han estado haciendo meticulosamente es aumentar la ingesta de alimentos, bebidas y suplementos que estimulan la inmunidad, lo que es crucial durante la fase de recuperación. Más comúnmente, la vitamina C y el zinc han surgido como fuertes combatientes del COVID-19.
Sin embargo, según los hallazgos develados por la investigación, no se ha encontrado que consumir dosis potentes de vitamina C (ácido ascórbico) y zinc tenga ningún tipo de efecto sobre la recuperación del nuevo coronavirus o la disminución de los síntomas.
“Desafortunadamente, estos dos suplementos no estuvieron a la altura de las expectativas”, escribieron la doctora Erin Michos de John Hopkins y el doctor Miguel Cainzos-Achirica de Houston Methodist, en un editorial que la acompañaba.
El equipo de investigadores realizó un experimento abierto en casi 214 pacientes en Ohio y Florida, en Estados Unidos, administrándoles los suplementos, que han sido etiquetados como cruciales en nuestra lucha contra el COVID-19. Luego se comparó al grupo con los que no recibieron ningún suplemento adicional. Tras el análisis, se observó que la suplementación con vitamina C y zinc no condujo a una reducción de la recuperación o de los síntomas en ningún caso.
“El gluconato de zinc (zinc) en dosis altas, el ácido ascórbico (vitamina C) o ambos suplementos no redujeron los síntomas del SARS-CoV-2″, según Milind Desai, cardiólogo de la Clínica Cleveland. Sin embargo, las dosis altas sí causaron algunos efectos secundarios desagradables en los pacientes que tomaban los suplementos.
“Se informaron más efectos adversos (náuseas, diarrea y espasmos estomacales) en los grupos de (personas que tomaban los) suplementos que en el grupo de atención habitual”, aseguraron Michos, profesora asociada de Medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, y Cainzos-Achirica, profesor asistente de Cardiología Preventiva en el Houston Methodist.
¿La vitamina C y el zinc ayudan a combatir las infecciones?
La vitamina C y el zinc contienen propiedades para combatir infecciones, que es una de las razones por las que la vitamina C se prescribe activamente a personas con resfriado, tos o infecciones crónicas. Lo mismo se aplica a los beneficios del zinc, del cual muchas personas son sorprendentemente deficientes. Por eso, muchas personas recurren a los suplementos de estos nutrientes para combatir los resfriados virales y la gripe.
Por su parte, el zinc puede contribuir a la capacidad de las células para combatir las infecciones, según el estudio, “mientras que hay evidencia de que la deficiencia de zinc aumenta las citoquinas proinflamatorias y disminuye la producción de anticuerpos”. Es decir que si se toma dentro de las 24 horas posteriores a los primeros signos de un resfriado, el zinc puede reducir en un día la duración del resfriado, según una revisión de 13 estudios.
Los usuarios a largo plazo pueden tener “niveles bajos de cobre, menor inmunidad y niveles bajos de colesterol HDL (el ‘colesterol bueno’)”, según los NIH. En el 2009, la Administración de Medicamentos y Alimentos de los EEUU (FDA, por sus siglas en inglés) advirtió a la población en contra del uso de aerosoles nasales con zinc porque se relacionaba con más de 100 casos de pérdida del olfato.
Los resultados de un ensayo clínico divulgados este jueves en el Reino Unido sugieren que la combinación de tocilizumab, un fármaco usado hasta ahora para tratar la artritis reumatoide, y un corticoide como la dexametasona, puede reducir a casi la mitad las muertes en los pacientes más graves con covid-19.
Ese efecto en la mortalidad se ha identificado en pacientes hospitalizados con hipoxia -déficit de oxígeno- e "inflamación significativa" que han necesitado ventilación mecánica invasiva, según un comunicado emitido por los responsables del ensayo Recovery, dirigido por la Universidad de Oxford.
En el caso de las personas ingresadas que solo han requerido un tratamiento con oxígeno no invasivo, las muertes decrecen en torno a un tercio tras el empleo de ambos fármacos.
El mismo ensayo clínico a gran escala, que cuenta con la colaboración del sistema de salud público del Reino Unido, ya había detectado en junio que la dexametasona, una sustancia de bajo coste que reduce la inflamación, contribuye a salvar vidas entre los pacientes más graves de covid-19.
Los investigadores han determinado ahora que el tocilizumab, que se aplica por vía intravenosa, puede reducir por sí solo un 4% la mortalidad, y que su efecto se amplifica al ser utilizado en combinación con el corticoide.
Sus resultados se basan en un estudio aleatorio en el que 2.022 pacientes recibieron el medicamento para la artritis y otros 2.094 fueron asistidos con los cuidados habituales.
Los resultados indican que 596 de los individuos que recibieron tocilizumab murieron en un plazo de 28 días (el 29%), frente a 694 de quienes no fueron tratados con ese fármaco (el 33%).
Esas cifras sugieren que por cada 25 personas tratadas con el medicamento, una vida fue salvada, según subrayan los responsables del ensayo.
El tocilizumab también incrementó las probabilidades de los pacientes de recibir el alta en un periodo de 28 días, desde el 47% hasta el 54%.
"Ensayos previos con tocilizumab habían mostrado resultados heterogéneos y no estaba claro si los pacientes se beneficiarían de ese tratamiento. Ahora sabemos que los beneficios del tocilizumab se extienden a todos los pacientes de covid con bajos niveles de oxígeno y una inflamación significativa", declaró Peter Horby, jefe adjunto de Investigación del proyecto Recovery.
"El doble impacto de la dexametasona y el tocilizumab es impresionante y muy bienvenido", recalcó el profesor de la universidad inglesa de Oxford.
Martin Landray, otro de los responsables del ensayo clínico, recalcó por su parte que esa combinación de fármacos "mejora la supervivencia, acorta las estancias hospitalarias y reduce la necesidad de ventilación mecánica".
El COVID-19 es una enfermedad producto de la irrupción del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 que originó la actual pandemia declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
A pesar de la llegada de las primeras vacunas, los científicos siguen están aprendiendo del comportamiento del COVID-19 y su evolución, mientras el mundo registra más de 107 millones de infectados y 2,3 millones de fallecidos desde su origen en la ciudad china de Wuhan, en diciembre de 2019.
En ese sentido, las vacunas que actualmente son desarrolladas por varias farmacéuticas, son herramientas en las que muchos han puesto sus esperanzas para proteger a la población y evitar que más personas sigan muriendo a causa del SARS-CoV-2, el virus que provoca la enfermedad.
No obstante, alrededor de estas surgen un sinnúmero de dudas. Una de ellas es la que plantean quienes ya han sufrido la enfermedad que, en algunos casos, consideran que ya no necesitan la vacuna porque es probable que no vuelvan a infectarse.
Pero, ¿qué sabemos acerca de cómo la inmunidad de una infección previa se compara con la protección que dan las nuevas vacunas? La respuesta corta: no mucho. Pero las vacunas para el COVID-19 han prevenido la enfermedad de manera predecible, y son una apuesta mucho más segura, dijeron los expertos.
“Es difícil predecir quién sobrevivirá ileso a una infección”, dijo en diálogo con The New York Times Jennifer Gommerman, inmunóloga de la Universidad de Toronto. Dadas todas las incógnitas -como la capacidad hospitalaria de una región o la fuerza de la respuesta inmune de una persona- elegir la enfermedad en lugar de la vacuna es “una decisión muy mala”, afirmó. “La principal ventaja de una vacuna es que es predecible y segura. Ha sido diseñada de forma óptima para generar una respuesta inmune efectiva”, agregó.
“Las vacunas hasta ahora han demostrado que generan una respuesta inmune mayor que la enfermedad natural. Por otro lado, los primeros datos de eficacia muestran que la vacuna es eficaz aún en personas que ya han tenido la enfermedad. En la campaña de vacunación no será un criterio para no vacunar a alguien el haber tenido la enfermedad”, aseguró el doctor Pablo Bonvehí, médico infectólogo (MN: 62.648), jefe de la Sección Infectología y Control de Infecciones del CEMIC.
“No hay nada perjudicial en obtener un estímulo para una respuesta inmune que ya se ha tenido antes”, reafirmó Marion Pepper, inmunóloga de la Universidad de Washington en Seattle. “Podrías obtener una respuesta inmune aún mejor al aumentar la inmunidad de la primera infección con la vacuna”. La idea de la especialista se refuerza con la noticia del fin de semana que indica que dos estudios científicos demostraron que las personas que ya se han infectado por coronavirus necesitarían una sola aplicación para alcanzar la inmunidad, lo cual genera una gran importancia por la posibilidad de cambiar los criterios de inmunización para hacer frente a la escasez de inyecciones, según los expertos.
En un nuevo estudio los investigadores encontraron que las personas que habían sido infectadas previamente con el virus informaron fatiga, dolor de cabeza, escalofríos, fiebre y dolor muscular y articular después de la primera inyección con más frecuencia que aquellos que nunca habían sido infectados. Los sobrevivientes de la enfermedad también tuvieron niveles de anticuerpos mucho más altos después de la primera y segunda dosis de la vacuna.
Según estos resultados, dicen los investigadores, las personas que han tenido COVID-19 pueden necesitar solo una inyección. “Creo que una vacuna debería ser suficiente”, aseveró Florian Krammer, virólogo de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai y autor del estudio. “Esto también evitaría a las personas un dolor innecesario al recibir la segunda dosis y liberaría dosis adicionales de la vacuna”, agregó.
¿Cuál es el riesgo de reinfección?
El riesgo de reinfección parece ser bastante bajo según los expertos. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) afirman que el riesgo de reinfección es ‘bajo’ dentro de los primeros 90 días después de haberse infectado con COVID. “Igualmente, en base a lo que sabemos de virus similares, se espera que haya algunas reinfecciones”, señalan los CDC en su sitio web.
“En algún momento tendremos que averiguar si 90 días es el número correcto”, dijo Yvonne Maldonado, quien representa a la Academia Estadounidense de Pediatría en las reuniones del Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización. Pero por ahora, “las personas que tienen evidencia de infección recientemente probablemente no deberían estar en la primera línea de la vacunación porque hay muy pocas vacunas disponibles”.
Sin embargo, en otros casos, se cree que una infección natural es más poderosa que una vacuna. Por ejemplo, el hecho de contraer paperas -que en casos raros puede causar problemas de fertilidad en los hombres- genera inmunidad de por vida, pero algunas personas que han recibido una o dos dosis de la vacuna siguen contrayendo la enfermedad.
En el caso de coronavirus, la inmunidad natural que provoca es afortunadamente bastante fuerte. La gran mayoría de las personas infectadas producen al menos algunos anticuerpos y células inmunes que pueden combatir la infección. Y la evidencia hasta ahora sugiere que esta protección persistirá por años, lo que prevendrá enfermedades serias, si no la reinfección.
“En la mayoría de los casos, una infección produce una respuesta inmune mayor y más duradera. Esto es porque las vacunas, por lo menos las más antiguas, eran virus atenuados y la infección es caudada por el virus completo. En principio, cuando uno ya tuvo una infección, como la respuesta inmune es mayor que la vacuna no tiene mucho sentido vacunarse. Salvo en aquellos casos donde la inmunidad no persiste. Tendrá que pasar tiempo para que podamos saberlo con certeza”, señaló en diálogo con este medio la doctora Cristina Freuler, médica infectóloga y jefa del Departamento de Medicina Interna del Hospital Alemán.
Pero hay un “rango dinámico masivo” en esa respuesta del organismo, con una diferencia de 200 veces en los niveles de anticuerpos. En las personas que están levemente enfermas, la protección inmunológica capaz de prevenir una segunda infección puede disminuir en unos pocos meses. “Esas personas podrían beneficiarse más de la vacuna que otras”, afirmó Bill Hanage, epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard.
Consultado por este medio sobre el tema de reinfecciones, el doctor Francisco Nacinovich, jefe de infectología del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires y miembro de la comisión de vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología, indicó: “Aún habiendo contraído la enfermedad es recomendable vacunarse. Es la indicación de nuestra autoridad sanitaria. No se sabe cuánto duran los anticuerpos por la infección natural. Se cree que duran entre noventa y cien días, en algunas personas menos y no todos tienen anticuerpos protectores. En general, las vacunas estimulan el sistema inmunológico evitando los efectos adversos.
¿Qué sucede con las variantes nuevas?
Alrededor del mundo se detectaron múltiples variantes del SARS-CoV-2 en los últimos meses. “En general cuando el virus contagia se replica, y esa posibilidad es la que hace que el virus pueda llegar a mutar”, explica a Infobae el médico infectólogo Hugo Pizzi (M.P. 54.101). “Por eso pedimos por varias razones epidemiológicas que la gente se cuide, porque cuantos más casos haya, más riesgo hay de que haya mutación. Al principio creíamos que las mutantes que estábamos viendo eran más contagiosas pero menos letales. Sin embargo, Patrick Vallance, asesor jefe científico del Reino Unido, ya dijo -y está publicado- que es más letal. Él hace un cálculo que muestra que el coronavirus antes mataba 10 personas sobre 1000 personas, y ahora 13. La variante brasileña no escapa a ese hecho. La prueba evidente está que tiene colapsada a Manaos con más de 1000 muertes diarias”.
Según declaraciones a este medio del inmunólogo Jorge Geffner, “hay preocupación por todas las variantes. La que más preocupa de las de Brasil tiene que ver con el desastre que ocurrió en Manaos. En base a esa experiencia, se piensa que tiene más transmisibilidad, es decir que es más contagiosa”. Una pesquisa preliminar del centro de investigación médica Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) indicó que esta nueva variante es un “fenómeno reciente”. Probablemente se desarrolló en diciembre y evolucionó a partir de variantes que se encontraban en circulación en Amazonas.
Para Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, existe la “necesidad de seguir de cerca las variantes y de acelerar los esfuerzos de vacunación antes de que surjan nuevas mutaciones incluso más peligrosas. La mejor manera de evitar que un virus siga evolucionando es impedir que se replique y eso se consigue vacunando a la gente lo más rápido posible”.
¿Debo ir a vacunarme si enfermo ahora?
La recomendación médica indica que si uno está cursando la enfermedad no es conveniente vacunarse hasta tanto concluyan los síntomas y la persona sea dada de alta. Igualmente, no hay una recomendación de tiempo mínimo entre la infección y la vacunación.
Además, no hay datos de seguridad sobre personas que hayan recibido una terapia con anticuerpos o plasma convaleciente para tratar una infección por COVID-19. Dado que la reinfección parece ser poco común en los 90 días posteriores a la infección inicial, los CDC recomiendan como precaución que la persona espere al menos 90 días.
¿Necesito ambas dosis de la vacuna?
Todas las vacunas lanzadas hasta ahora se componen de 2 dosis con 21 o 28 días de diferencia para alcanzar una alta inmunidad. Actualmente se recomienda que las personas sigan ese calendario de vacunación hasta que se realicen más investigaciones y los funcionarios de salud hagan otra recomendación.
“Se ha planteado el concepto de administrar una sola vacuna de refuerzo a quienes han tenido una infección natural como forma de preservar el suministro limitado de vacunas y ponerlas a disposición de quienes nunca desarrollaron la infección por COVID”, según el estudio médico citado precedentemente.
Dado que muchos países enfrentan retrasos en la vacunación debido a la escasez de trabajadores y los problemas de distribución, los funcionarios de salud ahora sugieren que estaría bien retrasar la segunda dosis de la vacuna de dos componentes hasta seis semanas.
William Petri, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Virginia, se ha hecho eco del estado de preguntas de sus pacientes, sobre si la vacuna COVID-19 seguirá funcionando si las personas se retrasan en recibir su segunda dosis. Por ello acaba de publicar un detallado documento que analiza esta perspectiva.
“Dos dosis, separadas por tres a cuatro semanas, es el enfoque probado y verdadero para generar una respuesta inmunitaria eficaz a través de la vacunación, no solo para COVID sino también para la hepatitis A y B y otras enfermedades”, afirma.
La primera dosis prepara el sistema inmunológico e introduce al cuerpo el germen. Esto permite que el sistema inmunológico prepare su defensa. La segunda dosis, o refuerzo, brinda al sistema inmunológico la oportunidad de aumentar la calidad y cantidad de los anticuerpos utilizados para combatir el virus.
En el caso de las vacunas Pfizer y Moderna COVID-19, la segunda dosis aumenta la protección que brinda la vacuna de un 60% a aproximadamente un 95%.
En el ensayo clínico, la segunda dosis de la vacuna Pfizer se administró tan pronto como el día 19 y hasta el día 42 al 93% de los sujetos. Dado que la protección fue aproximadamente del 95% para todos los que fueron vacunados dentro de esta “ventana” de tiempo, hay pocas razones para no permitir cierta flexibilidad en el momento de la segunda dosis 2.
A medida que haya más vacunas disponibles, el momento de la segunda dosis debería acercarse a las cuatro semanas para las vacunas Pfizer y Moderna. “Pero la buena noticia es que, aunque los suministros siguen siendo limitados, la ciencia sugiere que no hay nada malo en recibir una segunda dosis hasta 42 días después de la primera”, indica el profesional en su documento.
Las vacunas Pfizer y Moderna utilizan ARN mensajero que codifica la glucoproteína de pico. Tras la inyección de la vacuna, el ARNm entra en las células inmunitarias llamadas células dendríticas. Las células dendríticas utilizan las instrucciones escritas en el ARNm para sintetizar la glicoproteína de pico distintiva, que caracteriza al virus SARS-CoV-2 que causa COVID-19. Estas células inmunes luego muestran la glicoproteína de pico a las células B, que luego producen anticuerpos anti-pico.
Las vacunas de ARNm tienen la capacidad única de inducir un tipo especial de célula inmunitaria, llamada célula auxiliar folicular T, para ayudar a las células B a producir anticuerpos. Las células T hacen esto a través del contacto directo con las células B y enviando señales químicas que le dicen a las células B que produzcan anticuerpos. Es esta ayuda en la producción de anticuerpos lo que hace que estas vacunas sean tan efectivas.
Pero no todas las células B son iguales. Hay dos tipos que producen anticuerpos anti-picos: células plasmáticas de larga duración y células B de memoria. Las primeras, como su nombre lo indica, viven en la médula ósea durante años después de la vacunación, produciendo continuamente anticuerpos, en este caso anticuerpos anti-espiga. Estas células B de larga duración no necesitan ser estimuladas.
Las células B de memoria, por otro lado, viven en un estado similar a la hibernación. No producen anticuerpos hasta que son estimulados por un refuerzo de la vacuna, o están expuestos a la infección con el coronavirus que causa COVID-19. Esa es la razón por la que necesitamos esa segunda dosis. Juntos, estos dos tipos de células B proporcionan un nivel constante de protección.
Con la escasez actual de vacunas y los problemas para establecer la infraestructura para vacunar a millones de personas, a muchos médicos les preocupa que la segunda dosis no se administre en el período prescrito de tres a cuatro semanas.
Ese refuerzo es necesario para que las células T estimulen a las células B de memoria para producir cantidades masivas de anticuerpos. Si el refuerzo no se administra dentro de la ventana apropiada, se producirán cantidades menores de anticuerpos que pueden no brindar una protección tan poderosa contra el virus.
Mientras el coronavirus avanza en todo el mundo sumando ya 107 millones de infectados y más de 2,3 millones de muertos, todos los países se encuentran en una negociación a contrareloj con los principales laboratorios productores de vacunas que prevengan la enfermedad COVID-19.
En esta situación, el Ministerio de Salud de la Nación habilitó hoy el uso de emergencia de la vacuna Covishield fabricada en India, mientras que el Gobierno celebró un convenio con el Serum Institute de India, el organismo encargado de producirla en colaboración con la Universidad de Oxford y AstraZeneca “en el contexto de una transferencia tecnológica”.
“Esta vacuna actualmente se presenta como una herramienta terapéutica segura y eficaz de acceso para que nuestro país baje la mortalidad, reduzca la mortalidad y disminuya la transmisibilidad de la enfermedad COVID-19 producida por el virus SARS-Cov-2″, justificó la cartera administrada por Ginés González García en la Resolución 627/2021, que fue publicada hoy en el Boletín Oficial.
¿Cómo funciona la vacuna?
La vacuna denominada “COVISHIELD/ ChAdOx1nCoV-19 Corona Virus Vaccine – Recombinant”, la producen Oxford-AstraZeneca en el Serum Institute of India, el mayor fabricante de vacunas del mundo a razón de más de 50 millones de dosis al mes.
Está compuesta de una versión debilitada de un virus del resfriado común (conocido como adenovirus) de chimpancés y la misma se ha modificado para que se parezca más al coronavirus, sin causar enfermedades. Como toda vacuna, cuando se la inyecta en el organismo, hace que el sistema inmunológico comience a producir anticuerpos y lo prepara para atacar cualquier infección por coronavirus. La misma se la administra en dos dosis entre cuatro y 12 semanas de diferencia.
Según su fabricante, se puede almacenar de manera segura a temperaturas de 2 ° C a 8 ° C, aproximadamente lo mismo que una heladera doméstica, y se puede administrar en entornos de atención médica existentes, como los consultorios médicos o farmacias, por lo que constituye una gran ventaja frente a competidores como la de Pfizer-BioNTech, que actualmente se administra en varios países, y debe almacenarse a -70 ° C, moviéndose un número limitado de veces.
Los ensayos clínicos internacionales de la vacuna Oxford-AstraZeneca demostraron que cuando las personas recibieron media dosis y luego una dosis completa, la efectividad alcanzó el 90%. Pero no había suficientes datos claros para aprobar la idea de media dosis y dosis completa. Los fabricantes indios de la vacuna, aseguran que Covishield es “altamente eficaz” y está respaldada por los ensayos de fase III realizados en Brasil y Reino Unido.
Aprobación por la ANMAT
La vacuna producida en India y autorizada ya por 12 autoridades sanitarias en el mundo, fue aprobada por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), que contó “con toda la información según lo establecido por el procedimiento para la autorización de emergencia, en relación con el cumplimiento de los estándares requeridos de las plantas elaboradoras, el desarrollo y la elaboración de los productos, su certificación en el país de origen y el cumplimiento de los estándares de calidad”, según comunicaron las fuentes oficiales. Así, la Dirección Nacional de Control de Enfermedades Transmisibles ha elaborado un informe técnico en el que concluyó “recomendable proseguir con la solicitud de autorización de emergencia de la misma”.
Además, “no se han presentado eventos adversos graves, ni se han identificado diferencias significativas en la eficacia observada en los diferentes grupos etarios que participaron de los ensayos clínicos”, subraya la resolución firmada por el ministro Ginés González García. El Gobierno también celebró un convenio con el Serum Institute de India, para la transferencia tecnológica de la misma”.
“ANMAT ha recibido de manera secuencial la información correspondiente, según lo establecido por el procedimiento para la autorización de emergencia, en relación con el cumplimiento de los estándares requeridos por la autoridad regulatoria de las plantas elaboradoras, el desarrollo y la elaboración de los productos, su certificación en el país de origen y el cumplimiento de los estándares de calidad, accediendo a información sobre su seguridad y eficacia, así como a la que indica que no se han presentado eventos adversos graves, ni se han identificado diferencias significativas en la eficacia observada en los diferentes grupos etarios que participaron de los ensayos clínicos”, precisó el Ministerio de Salud.
Por ello y teniendo en cuenta “el contexto internacional que limita el acceso a otras alternativas por la disputa global de vacunas”, el Gobierno procedió a autorizar con carácter de emergencia la vacuna Covishield. “Esta vacuna actualmente se presenta como una herramienta terapéutica segura y eficaz de acceso para que nuestro país baje la mortalidad, reduzca la morbilidad y disminuya la transmisibilidad de la enfermedad COVID-19 producida por el virus SARS-Cov-2″, justificó la cartera administrada por Ginés González García.
India es un gran productor de medicamentos y, también de vacunas con investigación propia. En agosto de 2020 constituyó un Grupo Nacional Experto para la Administración de la Vacuna contra el COVID-19 con el objetivo de coordinar la contratación y distribución de vacunas. A la fecha tiene avanzados tres proyectos: por un lado, Covaxin, desarrollada por Bharat Biotech en asociación con el Consejo Indio para la Investigación Médica (CMR, en inglés); en segundo lugar, ZyCOV-D, desarrollada por Zydus Cadila, que espera producir más de 100 millones de dosis; y por último, la Covishield, aprobada este martes por el Gobierno, que es un proyecto del Serum Institute of India en colaboración con AstraZéneca para desarrollar una investigación original de la Universidad de Oxford.
A pesar de que India inició recientemente su programa de inmunización local, con el objetivo de competir con China, ha estado abasteciendo a países vecinos con millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca. Hasta ahora, India ha suministrado 15,6 millones de dosis de la vacuna a 17 países, ya sea a través de donaciones o contratos comerciales.
El tratamiento del VIH ha mejorado enormemente durante los últimos 30 años. La esperanza de vida es aproximadamente la misma que la de las personas sin VIH, aunque los pacientes deben seguir un régimen estricto de terapia antirretroviral diaria o el virus saldrá de su escondite y se reactivará. La terapia antirretroviral evita que el virus existente se replique, pero no puede eliminar la infección. Muchos ensayos clínicos están investigando posibles formas de eliminar la infección por VIH.
Ahora, un estudio publicado en la revista «Science», sugiere una posible vía para de erradicar la infección latente por VIH que permanece en las células inmunes infectadas.
Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis (EE.UU.), al estudiar las células del sistema inmune, demuestran que poseen un sistema de ‘alarma natural’ que detecta la actividad de una proteína específica del VIH.
En lugar de atacar al virus en función de su apariencia, que es la base de la mayoría de las inmunoterapias, esta estrategia consiste en atacar al virus en función de lo que está haciendo: actividades vitales necesarias para que exista el virus.
El VIH es casi imposible de erradicar porque el sistema inmunológico no es capaz de hacer frente a su tasa de mutación inusualmente rápida, cambiando constantemente su apariencia para evadir el ataque inmunológico. Así, cuando las células inmunitarias aprenden a reconocer una manifestación del virus, este ya se ha transformado.
Los resultados, señala el autor principal Liang Shan, «plantean la posibilidad de eliminar todo el virus latente en un solo paciente, sin importar el número de mutaciones, debido a que la diana es algo que todas las variantes virales tienen en común».
Esta estrategia se basa en la detección de la actividad de una proteína específica, llamada proteasa del VIH, que el virus necesita para replicarse y propagarse.
El sistema de alarma natural se encuentra dentro de las células inmunitarias humanas es la inflamasoma CARD8, que reconoce la proteasa activa del VIH y desencadena un programa de autodestrucción para eliminar la célula infectada. Desafortunadamente, el VIH puede existir durante mucho tiempo en la célula sin que se active la alarma.
Cuando está dentro de las células, la proteasa del VIH está inactiva, se mantiene baja y el inflamasoma CARD8 no puede detectarla.
«El virus es inteligente; normalmente, la proteasa del VIH no tiene ninguna función dentro de las células infectadas y solo se activa una vez que el virus abandona las células infectadas. Fuera de las células, no hay CARD8 para detectar la proteasa activa», explica Shan.
El equipo ha visto que ciertos medicamentos obligan a la proteasa del VIH a mostrarse prematuramente, cuando el virus aun se encuentra dentro de la célula inmunitaria. Allí, la proteasa activa del VIH inicia el inflamasoma CARD8, desencadenando una cadena de eventos que destruye la célula infectada y, por tanto, al virus.
«Descubrimos que nuestro sistema inmunológico puede reconocer esta función proteica clave, no la secuencia de la proteína, que el virus cambia constantemente a través de la mutación», asegura Shan.
Además, debido a que la función de la proteasa es necesaria para completar el ciclo de vida del VIH, el virus no puede mutar porque su función es necesaria para completar el ciclo de vida del virus; de lo contrario, es un virus muerto.
«Nuestros hallazgos muestran que el sistema inmunológico puede reconocer la función de la proteína de un virus y, en las circunstancias adecuadas, utilizar esa información para matar las células infectadas por el VIH».
Uno de los medicamentos que obliga a la proteasa del VIH a activarse se llama efavirenz, de la familia de los inhibidores de la transcriptasa inversa no nucleósidos (INNTI), que se han utilizado para tratar el VIH desde la década de 1990.
«Hemos utilizado durante mucho tiempo esta clase de medicamentos para evitar que el VIH inserte su material genético en nuevas células -señala Shan-. Pero ahora, hemos aprendido que tienen un segundo trabajo: activar la proteasa del VIH dentro de la célula infectada.
Es un trabajo interesante, señala José Alcamí, director de la U nidad de Inmunopatología del SIDA en el Centro Nacional de Microbiología, del del Instituto de Salud Carlos III. « El papel de los NNRTI es sorprendente y sería esperable que el tratamiento con estos medicamentos a medio plazo disminuyera el reservorio. Algo que no sucede pero que debería medirse con las nuevas técnicas para caracterizar los virus replicativos».
Cuando tratamos las células T humanas infectadas por el VIH con este medicamento, la proteasa se activa antes de que el virus abandone con éxito las células infectadas. Esto activa el inflamasoma CARD8 y las células infectadas mueren en cuestión de horas. Esta es una ruta potencial para eliminar el virus que nunca hemos podido eliminar por completo».
Pero los investigadores también encontraron que efavirenz y otros INNTI no activarán la proteasa del VIH a menos que el virus esté despierto. Y, en los pacientes que reciben terapia contra el VIH, el virus está inactivo.
Muchos ensayos clínicos que buscan curar para el VIH utilizan un método de choque y muerte, despertando el virus con un medicamento y luego atacándolo con una variedad de estrategias de investigación. Cualquier ensayo clínico que evalúe NNRTI, o medicamentos similares que funcionen de la misma manera, como un enfoque potencial para eliminar la infección por VIH, requeriría esta estrategia de choque y muerte.
Los investigadores también demostraron que el inflamasoma CARD8 puede desencadenar la muerte de células inmunitarias humanas infectadas con subtipos de VIH de todo el mundo, incluidas cepas comunes en América del Norte, Europa, África y Asia.
El paso siguiente es identificar o desarrollar fármacos que hagan un trabajo mejor en la activación de la proteasa del VIH que los NNRTI y en dosis más bajas.
«Serían fármacos que tienen como diana la activación de la proteasa para inducir la apoptosis/piroptosis», explica Alcamí. De momento, «no conozco compuestos que tengan esa actividad»
El laboratorio AG Schumannstras se inició a nivel mundial la fase 3 (o de ensayo clínico) de la vacuna que desarrolla, CureVac, y el ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires prevé brindar apoyo a esta etapa de la investigación a través del equipamiento y las mejoras en infraestructura de 3 hospitales provinciales, que serán centros de ensayos con voluntarios y voluntarias. Si bien se aguarda la aprobación de los comité de ética de estas instituciones, y luego del Comité de Ética Central, los efectores que participarían serían los hospitales provinciales “Evita Pueblo” de Berazategui, “Ramón Carrillo” de Tres de Febrero y “Vicente López y Planes” de General Rodriguez.
El estudio de esta vacuna, con plataforma de ARNm, pretende evaluar la eficacia en dos dosis para la prevención de casos graves de COVID-19 confirmados por virología y en sujetos sin tratamiento previo.
Se trata de un estudio aleatorizado doble ciego, es decir que los y las voluntarias reciben el placebo o la vacuna al azar, y ni participantes ni investigadores saben qué sustancia fue aplicada en cada caso. Luego de recibir la aplicación, las y los voluntarios recibirán un seguimiento de duración de un año, realizado por profesionales de los hospitales provinciales.
A nivel mundial este estudio requerirá de miles de personas voluntarias, y en Argentina la Provincia de Buenos Aires espera aportar más de 5 mil. La directora de investigación y cooperación técnica del ministerio de Salud, Verónica González, expresó al respecto: “que el ministerio pueda participar de este estudio nos ubica en un situación privilegiada de acceso a un potencial desarrollo altamente valorado, como representa hoy una vacuna para el sarscov 2. Estoy convencida de que la Provincia tiene la capacidad científica, técnica, y la infraestructura necesaria para participar y sostener una investigación de esta magnitud.”
Es importante mencionar los requisitos para postularse cuando la convocatoria se inicie oficialmente: es necesario ser mayor de 18 años, no estar gestando o en periodo de lactancia, ni estarlo en el próximo año.
La pandemia de coronavirus ha impactado negativamente en decenas de aspectos. Pero, a la hora de evaluar los escasos positivos, uno que se destaca significativamente es que el Covid-19 se volvió un catalizador de cambios e impulsó una transformación necesaria para garantizar mejores servicios y terapias para los pacientes a menores costos: la digitalización de la salud.
Mientras el retail y otras industrias abrazaron ya hace tiempo la digitalización, poniendo al cliente en el foco de su estrategia, el sector de la salud era uno de los que se encontraban más rezagados. Hasta hace poco más de un año, expresiones como telemedicina sonaban a ciencia ficción, mientras que hoy la consulta virtual se ha convertido en moneda corriente y permitió en muchos casos sostener la atención médica durante los períodos más duros de aislamiento.
Sin embargo, la telemedicina es solo la punta del iceberg de la digitalización de la salud. La salud digital implica capitalizar las alternativas tecnológicas disponibles, ya sea a través de aplicaciones, páginas web, sistemas de información digitalizados, realidad virtual, robótica, inteligencia artificial y análisis de datos.
Datos y cifras
Ya en abril de 2019, la Organización Mundial de la Salud publicó sus primeras directrices para mejorar la salud a través de las tecnologías digitales, herramienta que considera con un potencial clave para contribuir a alcanzar la cobertura universal de salud. Entre sus múltiples ventajas, la salud digital puede hacer más precisa la atención, garantizar el acceso y empoderar a los pacientes.
Es innegable el impulso que esta transformación ganó tras el 2020. Un informe reciente del Instituto Global McKinsey proyectó un crecimiento exponencial tanto de este segmento como de los dispositivos personales que permiten monitorear variables de salud y las farmacias online, entre otros ítems. Los ingresos globales pasarán de 350.000 millones de dólares en 2020 a 600.000 millones en 2024, casi el doble en solo cuatro años.
El año pasado, la irrupción de Amazon en el rubro de salud con el lanzamiento de su farmacia fue un ejemplo de las revoluciones por venir. AliHealth, una división del gigante Alibaba, está también sacudiendo a ese mercado en China. Un artículo que acaba de publicar The Economist apabulla con indicadores sobre la aceleración de la transformación digital. Estas son sólo algunas de esas cifras:
Los desafíos
Más allá de todos estos progresos, el camino de la salud digital está recién empezando a transitarse, no sólo en Argentina sino en el mundo. Ese mismo informe de McKinsey señalaba que en Estados Unidos el 70% de los hospitales todavía usa fax e historias clínicas escritas a mano.
La historia clínica electrónica es probablemente el mayor desafío a resolver. Centralizar todo el historial del paciente de manera que sea accesible tanto para él como para los distintos efectores no sólo posibilita un seguimiento más eficiente y una mejor calidad de atención a través de la medicina personalizada, sino que permite contribuir a la sostenibilidad del sistema y avanzar hacia esquemas innovadores de pago por resultado.
Pero, para que efectivamente funcione, los sistemas deben ser abiertos e interoperables, al mismo tiempo que garanticen la protección de la información de los pacientes, de modo que los datos sean de fácil acceso para los profesionales médicos involucrados en su atención. En nuestro país, se estima que a fines de 2019 eran ya dos millones los pacientes que tenían una historia clínica federada. La Red de Salud Digital se lanzó en abril de ese año, con una estrategia que establece distintas etapas para construir la infraestructura necesaria que permita contar con sistemas de información en salud interoperables en todo el territorio.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) informó que COVAX — coalición liderada por la OMS y Gavi para asegurar el acceso equitativo a las vacunas contra la COVID-19 — notificó a países de las Américas sobre la dotación estimada de dosis para la primera fase de entrega de vacunas contra la COVID-19, a través de una carta a sus autoridades de salud. Recibieron dicha carta 36 países y territorios que participan en COVAX -entre ellas la Argentina- con información sobre el número estimado de dosis de la vacuna de AstraZeneca que podrían recibir a partir de la segunda mitad de febrero y a lo largo del segundo trimestre de 2021.
La vacuna de AstraZeneca aún está bajo el análisis de la OMS para recibir la aprobación de uso de emergencia (EUL, por sus siglas en inglés), lo cual se espera pueda ocurrir en los próximos días. El número de dosis y el calendario de entrega están aún sujetos a la EUL, la capacidad de manufacturar la producción, así como del establecimiento de acuerdos de suministro entre los productores, la OPS y la UNICEF. De acuerdo con el comunicado de COVAX, se estima que estarán llegando a las Américas alrededor de 35.3 millones de dosis en esta primera etapa.
“Con más de 45 millones de casos confirmados y más de un millón de muertes, los países y territorios a lo largo de las Américas, y particularmente los más pobres, están pasando por una crisis de salud, económica y social sin precedentes”, dijo la Dra. Carissa F. Etienne, directora de la OPS.
Los países y territorios de las Américas que participan en el mecanismo COVAX y recibieron cartas son: Antigua y Barbuda, Argentina, Bahamas, Barbados, Belice, Bermuda, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Dominica, Ecuador, El Salvador, Federación de San Cristóbal y Nieves, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Islas Vírgenes Británicas, Jamaica, México, Montserrat, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.
El Fondo Rotatorio de la OPS, junto con la UNICEF, son los encargados de realizar las adquisiciones de todas las vacunas en representación del mecanismo COVAX.
La región de las Américas requerirá inmunizar a aproximadamente 500 millones de personas para controlar la pandemia. El mecanismo COVAX es un esfuerzo global para acelerar el acceso equitativo a las vacunas contra la COVID-19.
La meta es suministrar vacunas para al menos el 20% de la población de cada país participante en el mecanismo COVAX para proteger a las personas en mayor riesgo de presentar formas graves de COVID-19. En América Latina y el Caribe, 37 países recibirán vacunas a través del mecanismo COVAX, de los cuales 27 lo harán con financiamiento propio y 10 lo harán sin costo debido a su condición económica o el tamaño de su población.
Hoy, las leucemias crónicas pueden alcanzar niveles indetectables de enfermedad en sangre en forma sostenida en el tiempo. Para el caso de las 'agudas', también aparecieron mejores tratamientos que reducen el riesgo de muerte y extienden la vida. A pesar de estos aspectos esperanzadores para estas enfermedades de las que hay casi 3000 diagnósticos al año en Argentina (56 por semana), en este Día Mundial del Cáncer, desde ALMA (Asociación Leucemia Mieloide Argentina) aprovechan para hacer hincapié en el derecho a la salud de los pacientes con estos "canceres de la sangre" y al acceso a los medicamentos, que en nuestro país están disponibles y su cobertura está garantizada por la ley, pero que aun así resultan difíciles de conseguir.
"La realidad de las leucemias cambió. Sigue siendo duro el diagnóstico de un 'cáncer de la sangre', por supuesto, pero a los pacientes los tranquiliza llegar a nuestra asociación y ver que somos todos pacientes y que estamos bien, trabajando, que hacemos deporte y todo lo que nos gusta", aseguró Fernando Piotrowski, paciente y Director Ejecutivo de ALMA.
En la misma línea, La Dra. Alicia Enrico, Jefa de Hematología del Hospital Gutiérrez de La Plata, refirió lo que vive a diario en el consultorio: "cada uno a su manera, pero a todos los pacientes les impacta el diagnóstico. De todos modos, a medida que avanza el tratamiento, pierden el miedo y se adaptan al nuevo estilo de vida".
Esto es gracias a los avances recientes que hubo en el manejo de estas enfermedades. Por citar unos ejemplos, la leucemia linfocítica crónica es la más frecuente en adultos y representa el 30% del total de casos, lo que equivale a unos 75 mil por año a nivel mundial. Esta ahora se trata sin quimioterapia, con medicamentos que logran que en 8 ó 9 de cada 10 pacientes no se hallen rastros de la enfermedad en sangre y que pueda darse por terminado el tratamiento tras uno o dos años, sin que la enfermedad retorne.
La leucemia mieloide aguda es más compleja. En el mundo, hay unos 190 mil casos por año y es la más frecuente de todas (36% del total). Suele tratarse con quimioterapia, pero hay opciones para quienes la tienen contraindicada por edad o estado general de salud y se demostró que, para este grupo de pacientes, la combinación de dos drogas mejora la sobrevida un 50% y se reduce el riesgo de muerte un 34%, en comparación con usarlas por separado.
"Esto muestra que la ciencia avanza y que el progreso es constante, pero necesitamos que los prestadores de salud acompañen la innovación y no se interpongan entre el paciente y su posibilidad de vivir más y mejor", agregó Piotrowski.
Las leucemias llegan sin avisar, como si saliera tu número en una lotería a la que no elegirías jugar. Sin embargo, en ALMA están convencidos de que estas enfermedades son una oportunidad para volver al eje en la vida, reencontrarse con uno mismo, valorar lo importante, destinar más tiempo a compartir en familia o concretar ese viaje que siempre se postergó.
Por desgracia, con frecuencia, en lugar de darse todo eso, el paciente y su familia tienen que destinar tiempo, energías y emociones a conseguir una firma que falta en una fotocopia para el prestador, en pedirle al médico que corrija una fecha en un formulario porque la obra social lo rechazó, en escuchar que 'no hay respuestas' en el banco de drogas, que 'no es el mostrador correcto' o que 'vuelvan la semana siguiente'. Eso es sumamente desgastante para personas que están atravesando lo más desafiante de sus vidas.
"A veces sentimos que la medicina nos da una segunda oportunidad, pero una que la burocracia sanitaria se encarga de quitarnos y eso es inconcebible", sentenció Piotrowski.
Demorar solo unos pocos días el inicio del tratamiento de una leucemia aguda puede ser gravísimo, e interrumpir por varias semanas el tratamiento de una leucemia crónica puede hacer retroceder muchos casilleros, sin certezas de qué sucederá al retomar la medicación.
Al respecto, la Dra. Enrico explicó que, como con todo tratamiento crónico, "el cumplimiento (adherencia) al tratamiento es vital para un buen resultado, pero es un 'problema mundial de gran magnitud' que tiene dos consecuencias directas: empeora el resultado y aumenta los costos para el Sistema de Salud".
Seguramente, la pandemia haya exacerbado algunos obstáculos para el acceso a la salud: el informe 'Impacto de la pandemia COVID-19 sobre el sistema de salud argentino', firmado por más de 25 sociedades científicas, concluyó que en nuestro país las consultas médicas cayeron un 50% y las prácticas de laboratorio, un 63%, por lo que se espera, inexorablemente, un impacto negativo en los resultados en las enfermedades de la sangre.
Para concientizar, asesorar, incentivar a los pacientes y a la comunidad en general, la Dra. Enrico subrayó que organizaciones de pacientes, como ALMA, son un pilar esencial. Brindan información, acompañamiento, contención y un espacio para intercambiar experiencias y sensaciones con pares, algo muy enriquecedor como complemento a la relación médico-paciente y al respaldo que naturalmente pueden brindar la familia y el entorno afectivo".