Esta es la conclusión de un estudio llevado a cabo por investigadores del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio (UT Health San Antonio), publicado en «Nature Communications».
Los científicos resolvieron la estructura de una enzima llamada nsp16, que el virus produce y luego utiliza para modificar su límite de ARN mensajero, explica el doctor Yogesh Gupta, autor principal del estudio de la Escuela de Medicina Joe R. y Teresa Lozano Long de UT Health San Antonio.
En términos simples, el ARN mensajero puede describirse como un generador de código genético para los sitios de trabajo que producen proteínas.
«Es un camuflaje. Debido a las modificaciones, que engañan a la célula, el ARN mensajero viral resultante se considera parte del propio código de la célula y no algo extraño», señala el doctor Gupta.
Descifrar la estructura 3D de nsp16 allana el camino para el diseño de medicamentos antivirales para Covid-19 y otras infecciones emergentes por coronavirus. Los fármacos, nuevas moléculas pequeñas, evitarían que nsp16 realice las modificaciones y así el sistema inmune se lanzaría sobre el virus invasor, reconociéndolo como un extraño.
«El trabajo de Yogesh descubrió la estructura 3D de una enzima clave del virus Covid-19 necesaria para su replicación y encontró un bolsillo que puede ser dirigido para inhibir esa enzima. Este es un avance fundamental en nuestra comprensión del virus», afima el coautor del estudio Robert Hromas, profesor y decano de la Long School of Medicine.
Marta Cohen, patóloga pediatra argentina -oriunda de La Plata- que actualmente trabaja en el Hospital de Niños de Sheffield, Reino Unido, se hizo viral en estos días por un video en el que explica los alentadores resultados preliminares que arrojó la vacuna CHADOX de Oxford.
Es que el último lunes, la prestigiosa revista científica The Lancet generó un nivel de expectativa mundial de grandes magnitudes al publicar quizás una de las noticias más esperadas en todo el planeta: la vacuna que desarrolla la Universidad de Oxford junto con la farmacéutica AstraZeneca generó anticuerpos en el 100% de los pacientes que participaron del estudio de fase 2 y es inminente el comienzo de la última fase, la 3, durante los próximos días.
“Quería hoy traerles una pequeña actualización sobre un artículo que acaba de ser publicado en la revista Lancet del Reino Unido, con una actualización sobre los resultados de la fase 2 de la vacuna de Oxford, que se está desarrollando con un equipo liderado por el doctor Andrew Pollard”, comenzó la médica, quien es patóloga, especialidad que se encarga del estudio de las enfermedades y cambios estructurales bioquímicos y funcionales que subyacen a la enfermedad en células, tejidos y órganos”.
Es que según explicó Pascal Soriot, director ejecutivo de AstraZeneca, la multinacional farmacéutica anglo-sueca que en asociación con la Universidad de Oxford encabezan el estudio, “el efecto de la vacuna es medido por un aumento de los anticuerpos y células T, generados en la sangre de los voluntarios que se prestaron al experimento se comprobó que las personas que recibieron la vacuna llegaron a generar tantos anticuerpos como genera una persona que enfermó y se curó de COVID-19”.
Los resultados publicados esta semana confirmaron que una dosis única de AZD1222 (nombre técnico de la vacuna CHADOX de Oxford) resultó en un aumento de cuatro veces en los anticuerpos contra la proteína del pico del virus SARS-CoV-2 en el 95% de los participantes un mes después de la inyección.
En todos los participantes, se indujo una respuesta de células T, que alcanzó su punto máximo el día 14, y se mantuvo dos meses después de la inyección.
Se observó actividad neutralizante contra el SARS-CoV-2 (según lo evaluado por el ensayo MNA80) en el 91% de los participantes un mes después de la vacunación y en el 100% de los participantes que recibieron una segunda dosis. Los niveles de anticuerpos neutralizantes observados en los participantes que recibieron una o dos dosis estuvieron en un rango similar a los observados en pacientes convalecientes con COVID-19. Se observaron fuertes correlaciones entre los ensayos de neutralización.
Al respecto de este punto, Cohen precisó en la pieza audiovisual que circuló por redes sociales y WhatsApp: “La vacuna, se está probando también en Brasil y en Sudáfrica. Los resultados preliminares fueron de la fase 2. A 500 pacientes le dieron esta vacuna, que se llama CHADOX, porque utiliza el adenovirus como vector. A 500 personas le dieron esta vacuna CHADOX y a otros 500 le dieron la vacuna del meningococo que se llamó grupo control. Las personas que recibieron la vacuna CHADOX tuvieron algunas complicaciones locales, un poquito de cefalea, pero no hubo ninguna complicación seria, que es algo muy importante”.
“El 91%, con una dosis desarrolló anticuerpos. Sin embargo, cuando le dieron una segunda dosis, el 100% de las personas que recibieron la vacuna de coronavirus CHADOX tuvo anticuerpos. Y estos anticuerpos, la respuesta inmune al coronavirus se vio en dos partes: a los 14 días desarrollaron lo que se llama respuesta de la inmunidad celular de los linfocitos T, y a los 28 días desarrollaron los anticuerpos de inmunoglobulina G (igG)”, agregó.
Para la experta, “esto tiene dos implicancias muy grandes. Una es que los pacientes que reciban la vacuna para el coronavirus probablemente van a necesitar dos dosis, no probablemente, casi seguramente se va a necesitar dos dosis para generar inmunidad. Y segundo, si bien sabemos que los anticuerpos duran dos meses, tres meses, el hecho que a los 14 días los pacientes desarrollaron inmunidad celular, -esta es la memoria inmunológica que puede quedar en el cuerpo y que aunque ya no hay anticuerpos en el suero, en el plasma-, pueden los pacientes tener una respuesta inmune para defenderse contra el coronavirus”. “Esta es una noticia muy buena, muy alentadora, y no podía dejar de compartirla con ustedes”, concluyó la patóloga agentina que reside en Reino Unido.
En nuestro país habría más de 300 mil personas con hepatitis C, pero la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (AAEEH) sostiene que el 70% lo desconoce. Aprovechando que este 28 de julio se conmemora el Día Mundial de las Hepatitis Virales, la Asociación Buena Vida se suma a la campaña internacional para 'encontrar a los millones que faltan', en relación con ese dramático nivel de subdiagnóstico de esta enfermedad tan frecuente como silenciosa, tan grave como desatendida inclusive por muchos pacientes que ya saben que la tienen.
"En estos tiempos en los que todos estamos preocupados por el impacto de la pandemia de COVID-19, nosotros redoblamos nuestros esfuerzos para que no se desatiendan enfermedades hepáticas como la hepatitis C. En ella se da la paradoja de que miles de personas recibieron el diagnóstico, generalmente en forma casual -por ejemplo, al donar sangre- pero no hacen nada al respecto. No le dan importancia porque el hígado no duele, por miedo a enfrentar esa realidad, por no saber a dónde acudir o porque creen que no tiene remedio. Todo lo contrario, es muy fácil curarse y evitar todas las complicaciones severas que puede generar", reveló Rubén Cantelmi, paciente curado y presidente de la Asociación Buena Vida.
Desde la asociación, reconocieron que es ambicioso el objetivo de la Alianza Mundial contra las Hepatitis que propone 'encontrar a los millones que faltan', y que también lo es el desafío de la Organización Mundial de la Salud de eliminar la enfermedad para 2030. Sin embargo, están convencidos de que cada persona que ayudan a que se cure es un logro inmenso porque consiguen evitar que en el futuro desarrolle cirrosis, cáncer hepático o necesite un trasplante, y los acerca un poco a esas metas globales.
Una clara muestra de las dificultades que plantea esta enfermedad son las cifras desoladoras que presentó recientemente el Programa Nacional de Hepatitis Virales del Ministerio de Salud de la Nación: solamente el 4,5% de los pacientes recorre el sistema de salud hasta que llega a curarse; el resto se queda en el camino.
"Si alguien con hepatitis C llama a nuestro 0800 o nos escribe por redes sociales, entra en un circuito en el cual lo vamos a acompañar -en forma completamente gratuita- desde ese momento y hasta que reciba la confirmación de que se curó. Porque sabemos que en el camino surgen muchos obstáculos que hacen que la enorme mayoría no llegue a curarse (tal como se ve en las estadísticas oficiales). Conocemos esos obstáculos y estamos para ayudar a la gente a superarlos", agregó Cantelmi.
A diferencia de la mayoría de las enfermedades graves y frecuentes, ésta se puede curar en más del 98% de los casos, en 8 a 12 semanas, con medicamentos que están aprobados y disponibles en nuestro país y que cuentan con cobertura, aunque más de una vez haya que reclamarla sistemáticamente.
Inmunova anunció hoy que la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) aprobó el protocolo de investigacióndel estudio clínico de Fase 2/3 del suero hiperinmune anti-COVID-19, que evaluará su seguridad y eficacia en el tratamiento de pacientes con infección por SARS-CoV-2.
El estudio clínico comenzará la semana próxima en el Sanatorio Güemes, en el Hospital General de Agudos “Dr. Ignacio Pirovano", ambos de CABA, en el Hospital Cuenca Alta - SAMIC de Cañuelas y en el Instituto Médico Platense de La Plata. Próximamente iniciará en más de diez hospitales y clínicas de obras sociales del área metropolitana de Buenos Aires y La Plata. Incluye la participación voluntaria de 242 pacientes adultos con enfermedad moderada a severa causada por la infección del SARS-CoV-2 confirmada por PCR, dentro de los diez días del inicio de síntomas y que requieren hospitalización.
El suero anti-COVID-19 es el primer potencial medicamento innovador para el tratamiento de la infección por el nuevo coronavirus totalmente desarrollado en Argentina.
En ensayos in vitro demostró la capacidad de neutralizar el virus, con una potencia alrededor de 50 veces mayor que el promedio del plasma de convalecientes. Este desarrollo y los resultados de estas pruebas fueron publicados en la revista especializada Medicina.
Dicho estudio clínico de Fase 2/3 busca demostrar la seguridad y eficacia del suero hiperinmune en términos de mejoría clínica del paciente: la recuperación pronta para poder ser externado, que no avance la enfermedad y por tanto la necesidad de asistencia respiratoria mecánica o el traslado a una unidad de cuidado intensivo.
“El ensayo clínico evaluará si los anticuerpos del suero anti-COVID-19 pueden frenar la propagación del virus en el organismo y así evitar que el cuadro se agrave. Esperamos demostrar su eficacia y debemos hacerlo, como en todas las terapias experimentales, con un estudio clínico riguroso y controlado”, señaló el Dr. Fernando Goldbaum, director científico de Inmunova e investigador superior del CONICET. “Si bien las vacunas son la estrategia ideal, la pandemia plantea la necesidad de terapias efectivas en plazos más próximos que permitan disminuir el impacto del nuevo coronavirus. Nuestro suero no necesita de donantes, se puede producir en grandes cantidades y se puede suministrar a cada paciente en una concentración conocida de anticuerpos”, indicó Goldbaum, que también dirige el Centro de Rediseño e Ingeniería de Proteínas de la UNSAM y el Laboratorio de Inmunología y Microbiología Molecular de la Fundación Instituto Leloir.
Este suero terapéutico es una inmunoterapia basada en anticuerpos policlonales equinos, obtenidos mediante la inyección de una proteína recombinante del SARS-CoV-2 en estos animales, inocua para ellos, que hace que generen gran cantidad de anticuerpos neutralizantes.
Luego de la extracción del plasma –un proceso similar al que se utiliza cuando se extrae plasma de personas (plasmaféresis)– estos anticuerpos se purifican y procesan, a través de un proceso biotecnológico, para obtener fragmentos de los anticuerpos con alta pureza y buen perfil de seguridad.
El suero producido contiene gran cantidad de estos anticuerpos con capacidad neutralizante, es decir, que podría evitar que el virus ingrese a las células que es donde se multiplica.
Una inmunoterapia altamente escalable
El suero hiperinmune anti-COVID-19 ha sido desarrollado para inmunización pasiva, es decir, que al paciente se le administran anticuerpos contra el agente infeccioso, produciendo su bloqueo y evitando que se propague. Esta estrategia terapéutica es similar a la del plasma de personas que se recuperaron del COVID-19, pero en este caso los anticuerpos se obtienen de plasma equino. Esto posibilita que la producción del suero terapéutico a partir de este plasma pueda escalarse en cantidad.
Los anticuerpos policlonales equinos se utilizan para la elaboración de medicamentos, atender emergencias médicas como el envenenamiento por mordedura de serpientes y alacranes, intoxicaciones por toxina tetánica, botulismo, exposición al virus de la rabia y enfermedades infecciosas como la influenza aviar.
“Nuestro conocimiento previo y experiencia en la investigación de sueros hiperinmunes nos permitió avanzar en este desarrollo con la celeridad que demanda la pandemia, en un trabajo de articulación público-privada. Además contamos con el asesoramiento de un comité de expertos, que va a monitorear la seguridad y los resultados del ensayo clínico”, señaló Linus Spatz, director de Inmunova. Y afirmó: “si los resultados son los esperados, el suero hiperinmune presenta la ventaja de que puede ser producido a gran escala”.
Este posible tratamiento para hacer frente al COVID-19 es fruto del trabajo encabezado por Inmunova y el Instituto Biológico Argentino (BIOL), con la colaboración de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud “Dr. Carlos G. Malbrán” (ANLIS), Fundación Instituto Leloir (FIL), Mabxience, CONICET, Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), Instituto de Virología “Dr. José M. Vanella” de la Universidad Nacional de Córdoba y Grupo Insud. Y cuenta con el apoyo de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación.
La pandemia de COVID-19 brinda una oportunidad para incrementar la concientización sobre el valor de la investigación clínica farmacológica en nuestro país. Todos los días, directa o indirectamente, se habla de la relevancia que tiene esta disciplina para el avance del conocimiento sobre las soluciones contra este coronavirus. Por eso, la Cámara Argentina de Especialidades Medicinales (CAEME), que nuclea a los laboratorios de innovación, responsables del 98% de los estudios clínicos farmacológicos que se realizan en Argentina, aprovechó para explicar los procesos, los estándares que se deben respetar, el rigor metodológico que requieren y los tiempos que conllevan.
En los últimos meses, ha habido cientos de anuncios sobre vacunas candidatas contra el COVID-19, usos experimentales de medicamentos aprobados para otras enfermedades, sueros de animales o plasma de pacientes curados. Todos estos podrían ofrecer un beneficio o no, podrían generar efectos adversos leves o tal vez muy severos. Las conclusiones derivadas de estudios pequeños o sin la metodología apropiada pueden requerir un cuidadoso análisis de los resultados e inferencias para permitir garantizar que se tenga el conocimiento suficiente sobre determinado tratamiento y estar seguros de que ayudará a la prevención o control de una enfermedad, generando más beneficio que daño. Los estudios clínicos, justamente, son los que miden esas variables a través de metodologías validadas por la comunidad científica internacional.
Incluso sobre medicamentos que existen en el mercado, la metodología científica de estudios clínicos hace posible que se encuentren nuevos uso y aplicaciones, de manera validada, confiable y reproducible, protegiendo la integridad de los pacientes.
Los resultados son publicados en revistas científicas en las cuales la metodología y calidad del estudio son analizados por expertos previo a la publicación, una vez reconocida su validez.
Más allá de esta coyuntura puntual, esta disciplina es la que permite los avances en Medicina que han cambiado y que cambian constantemente la historia del abordaje de diferentes enfermedades: "descubrir y desarrollar nuevas medicinas que representen avances significativos en la lucha contra enfermedades es un proceso largo y complejo que implica un enorme esfuerzo de la ciencia", sostuvo Fernando Giannoni, director de Asuntos Externos de la Cámara Argentina de Especialidades Medicinales (CAEME).
Demostrar que un medicamento o vacuna es seguro y efectivo lleva tiempo. Se calcula que se demorará aproximadamente 18 meses en obtener una vacuna para el COVID-19, y eso parece mucho, pero es una velocidad récord en comparación con los aproximadamente 6-8 años que llevaría un desarrollo similar bajo circunstancias normales.
Giannoni explicó que todavía algunas voces cuestionan sin fundamento la seguridad, rigurosidad e inclusive la transparencia de los estudios clínicos, perpetuando mitos acerca de esta disciplina: "Es una actividad altamente regulada y pasible de múltiples controles como auditorías e inspecciones. Los protocolos deben cumplir con los más altos estándares de calidad, bajo normas armonizadas en todos los países para que los datos obtenidos sean comparables y aceptados por las autoridades de salud, quienes al final evalúan toda la información presentada para autorizar o rechazar el uso del tratamiento".
La participación en una investigación clínica es voluntaria y totalmente gratuita. "El paciente debe brindar su consentimiento a través de un proceso que incluye compartirle información detallada de todo lo relacionado con la investigación. El voluntario puede cambiar su deseo de participar en cualquier momento, sin consecuencias, y debe recibir toda nueva información obtenida sobre el producto en investigación a través de actualizaciones al proceso de consentimiento", describió la Dra. Paula Barreyro, Directora de Asuntos Médicos y Regulatorios de Janssen Latinoamérica Sur.
"Los participantes están protegidos por Comités de Ética, formados por profesionales médicos, científicos y miembros de la comunidad, que se aseguran de que sean tenidos en cuenta todos los aspectos necesarios para proteger los derechos y seguridad de los participantes. En algunos casos, los estudios clínicos son la última opción para los pacientes que han agotado las opciones terapéuticas disponibles o, como en el caso de COVID-19, aún no hay tratamientos ni vacunas", agregó la Dra. Barreyro.
La investigación clínica farmacológica (los estudios clínicos) es una actividad que abarca 4 fases, que se inicia cuando una droga ya ha completado las pruebas en animales e in vitro y ha demostrado que su eficacia, seguridad y calidad pueden ser evaluadas en personas.
La primera etapa, denominada 'Fase I', se realiza en un pequeño grupo de personas y busca evaluar el perfil de seguridad, los efectos adversos. La siguiente etapa, la Fase II, ya es en pacientes, en un grupo reducido, y tiende a medir seguridad, pero también eficacia y dosis. La Fase III ya es en poblaciones más amplias. La Fase IV tiene que ver con estudios y seguimiento de farmacovigilancia de productos ya aprobados y disponibles en el mercado.
Es ligeramente diferente el caso de las vacunas: los estudios son cada vez en grupos más grandes, pero siempre en población sana (no en pacientes que ya estén infectados con el virus o bacteria cuyo contagio se quiere prevenir). Lo que se medirá, en términos de eficacia, es el nivel de inmunogenicidad, que es su capacidad de generar anticuerpos contra un agente determinado.
Cómo el COVID-19 cambió las reglas
"La magnitud de la crisis mundial generada por la pandemia indujo a una cooperación global nunca vista antes en pos de la búsqueda de una solución. Los expertos a nivel mundial se unieron, así como los gobiernos, empresas privadas, centros de investigación, universidades y entes regulatorios, cada uno aportando lo mejor de sí para acortar procesos y proveer el capital humano y económico necesarios. Las inversiones no sólo incluyen la investigación, sino también el acondicionamiento de plantas de manufactura en paralelo a la investigación clínica, con capacidad de producción de millones de dosis de la vacuna de manera anticipada. Estas inversiones de riesgo nunca han sucedido antes y están en relación con el grado de disrupción generada por este nuevo coronavirus", subrayó la Dra. Barreyro.
Es posible que esta experiencia cambie algunas instancias de la investigación clínica a partir de ahora. Demostró que es posible acelerar los tiempos, utilizar la tecnología a mayor escala para monitorear las investigaciones mediante el uso de todas las estrategias informáticas y avanzar en los procedimientos remotos realizados en el domicilio del paciente, por ejemplo.
Se ha potenciado el uso de la 'telemedicina', así como el envío de la medicación a la casa de los participantes. Algunas de estas nuevas herramientas o modalidades estaban en evaluación por las compañías, pero no se habían implementado aún, y experimentaron una aceleración significativa frente al desafío de la pandemia y se demostró que eran avances posibles y efectivos.
Es sabido que uno de los principales accesos de las partículas virales del SARS-CoV-2 al organismo humano es la vía nasofaríngea. Por ese motivo, poder bloquear farmacológicamente esta puerta de entrada para el ingreso del virus, sobre todo en poblaciones que están muy expuestas a infectarse como el personal de salud, podría ayudar a reducir el número de casos de COVID-19.
Esta es una de las aplicaciones potenciales que un equipo de investigadores argentinos, enmarcados en un proyecto seleccionado en la convocatoria lanzada por la Unidad Coronavirus COVID-19 (conformada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, el CONICET y la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, en el marco del Programa de Fortalecimiento Federal), visualiza en un spray nasal, que ya se comercializa en la Argentina y en otros dieciséis países para el tratamiento de resfríos comunes, cuyo principio activo es la carragenina.
Los carragenanos son polisacáridos (unión de muchos monosacáridos o azúcares) producidos por algunas algas rojas que, desde que fueron descubiertos hace alrededor de seiscientos años en un pueblo del norte de Irlanda, conocido justamente como Carraghen,, son utilizados como espesantes y estabilizadores de alimentos. En la actualidad, su uso está muy difundido, no sólo en la industria alimentaria, sino también en la farmacéutica y la cosmética.
Hace ya más de seis décadas, estudios científicos empezaron también a poner a prueba con éxito las propiedades antivirales de la carragenina. Así, diferentes ensayos, in vitro y en modelos animales, probaron su capacidad de inhibir distintos virus con envoltura, como el virus de la influenza B, virus herpes tipos 1 y 2, virus de la inmunodeficiencia humana, del papiloma humano, influenza A H1N1, dengue, rinovirus, hepatitis A, enterovirus y algunos coronavirus.
La acción antiviral de la carragenina se debería a que este compuesto polimérico funcionaría como una barrera eléctrica que, gracias a su carga negativa, se uniría a las partículas virales, cuya envoltura contiene proteínas con carga positiva, impidiendo así que el virus se una a la superficie de las células y bloqueando su ingreso a las mismas.
La carragenina puede “capturar” las partículas virales que liberan las células que ya fueron infectadas.
“Esto nos permite pensar que la carragenina, aplicada a través de un spray nasal, podría tener dos objetivos diferentes en relación con el SARS-CoV-2. Por un lado, frenar la infección por la vía nasal en individuos sanos, mediante el blindaje de las células que forman el epitelio de la mucosa nasofaríngea. Por otro, en el caso de pacientes infectados que fueron recientemente diagnosticados, impedir que la partículas virales liberadas por las células que mueren colonicen nuevas células, por ejemplo del epitelio olfatorio, y que eso le permita al patógeno esparcirse hacia nuevas vías, para terminar llegando al sistema nervioso central; o que infecten más células del epitelio respiratorio, en el camino hacia el aparato respiratorio inferior”, señala Osvaldo Uchitel, director científico del proyecto e investigador superior del CONICET en el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE, CONICET-UBA), del que fue su primer director.
“Si evitamos que el virus llegue al cerebro o a los bronquios y pulmones, entonces, el aparato respiratorio no se vería comprometido, y podríamos colaborar a reducir la cantidad de pacientes con COVID-19 en estado grave, o incluso moderado”, enfatiza Diana Jerusalinsky, otra de las integrantes del proyecto e investigadora principal del CONICET en elInstituto de Biología Celular y Neurociencia “Profesor Eduardo de Robertis” (IBCN; CONICET-UBA).
Uno de los síntomas frecuentes del COVID-19 es la anosmia o pérdida del olfato. De acuerdo con los investigadores, esto ocurriría debido a la colonización por parte del virus de células del epitelio olfatorio, desde donde puede viajar directamente hacia el sistema nervioso central, para atacar al centro respiratorio, y allí afectar a las neuronas de forma directa o, indirectamente, a través de procesos inflamatorios. Para Uchitel y Jerusalinsky, especialistas en neurociencia, impedir mediante un tratamiento temprano que esto ocurra es clave para evitar que las infecciones por SARS-CoV-2 comprometan el funcionamiento del sistema respiratorio.
“La idea es hacer dos ensayos clínicos. Uno, en el que participará personal salud de hospitales del AMBA, nos permitirá conocer en qué medida el spray puede ayudar a prevenir la infección por SARS-CoV-2 en personas con alta exposición al virus (habrá dos poblaciones: una que será tratada con carragenina y otra, control, que recibirá un spray sin carragenina, como placebo). El otro ensayo involucrará a pacientes con COVID-19 recientemente diagnosticados (no más de 48 horas) y con síntomas leves, y apuntará a ver si la carragenina aplicada a través del spray nasal puede contribuir a evitar que las partículas virales lleguen al sistema nervioso central”, afirma Uchitel.
Tanto los resultados de los experimentos realizados con modelos animales y líneas celulares in vitro (que constan en la literatura), como los ensayos clínicos que verificaron la eficiencia del spray nasal para tratar resfriados comunes (que involucran, en algunos casos, a virus de la familia de los coronavirus), permiten a los investigadores ser optimistas.
Los otros dos investigadores que participan de este estudio, Juan Manuel Figueroa, director clínico del proyecto y responsable de la Sección de Neumonología Infantil del Hospital de Clínicas José San Martín, y Lorena Itatí Ibáñez, investigadora del CONICET en el Instituto de Ciencia y Tecnología César Milstein (ICT Milstein, CONICET-Fundación Pablo Cassará), presentaron en el 2015, en el 7° Congreso Argentino de Neumonología Pediátrica, un trabajo que mostró que la carragenina inhibe la replicación viral en cultivos de una línea de células de epitelio respiratorio humano infectadas con el virus de influenza H1N1.
“Otro aspecto importante de este proyecto es que, en caso de que los resultados de los ensayos clínicos sean los que esperamos -es decir, muestren la capacidad del spray para disminuir los casos con COVID-19 entre el personal de salud, y para impedir que en pacientes con poco tiempo de infección el virus termine comprometiendo al sistema respiratorio, evitando que el caso se agrave-, sería factible producir el fármaco masivamente y de forma económica. Hay que tener en cuenta que la carragenina también se usa en otros productos farmacológicos (además de en alimentos y cosméticos), y que está comprobado que no genera efectos adversos”, concluye Jerusalinsky.
Un sencillo análisis de sangre no invasivo puede detectar si una persona tiene uno de los cinco tipos comunes de cáncer, cuatro años antes de que la enfermedad pueda ser diagnosticada con los métodos actuales. La prueba detecta el cáncer de estómago, esófago, colorrectal, pulmón e hígado.
Denominada PanSeer, la prueba detectó cáncer en el 91% de las muestras de individuos que habían sido asintomáticos cuando se recogieron las muestras de sangre; estas personas habían sido y diagnosticados de un cáncer de uno a cuatro años después. Además, la prueba detectó con precisión el cáncer en el 88% de las muestras de 113 pacientes que ya habían sido diagnosticados cuando se obtuvieron las muestras.
Además, el test detectó con precisión el cáncer en el 88% de las muestras de 113 pacientes que ya había sido diagnosticados de cinco tipos de cáncer comunes.
La prueba detectó con precisión el cáncer en el 88% de las muestras de 113 pacientes que ya habían sido diagnosticados cuando se obtuvieron las muestras.
El estudio, que se publica en «Nature Communications», es único debido a que los investigadores tuvieron acceso a muestras de sangre de pacientes asintomáticos que no habían sido diagnosticados de un tumor. Esto permitió desarrollar una prueba que puede identificar marcadores de cáncer mucho antes que los métodos de diagnóstico convencionales. Las muestras fueron recogidas como parte de un estudio longitudinal de 10 años iniciado en 2007 por la Universidad Fudan (China).
El Estudio Longitudinal Taizhou ha recogido muestras de plasma de más de 120.000 personas entre 2007 y 2017. Cada individuo suministró muestras de sangre durante un período de 10 años y se sometió a controles regulares con los médicos. En total, se han recogido y archivado más de 1,6 millones de muestras hasta la fecha.
Una vez que una persona fue diagnosticada con cáncer, los investigadores tuvieron acceso a sus muestras de sangre tomadas de uno a cuatro años antes de que estos pacientes comenzaran a mostrar síntomas.
De esta forma, el equipo pudo examinar muestras de individuos sanos y enfermos de la misma cohorte. Los autores realizaron un análisis en muestras de plasma obtenidas de 605 individuos asintomáticos, de los cuales 191 fueron diagnosticados posteriormente con cáncer.
El objetivo final sería realizar análisis de sangre, similar a este, de forma rutinaria durante los chequeos de salud anuales
«El objetivo final sería realizar análisis de sangre, similar a este, de forma rutinaria durante los chequeos de salud anuales», señala Kun Zhang, uno de los autores correspondientes del artículo y profesor del Departamento de Bioingeniería de la Universidad de California en San Diego (EE.UU.). «Pero el enfoque inmediato es evaluar a las personas con mayor riesgo, en función de los antecedentes familiares, la edad u otros factores de riesgo conocidos».
La detección temprana es muy importante porque la supervivencia de los pacientes con cáncer aumenta significativamente cuando la enfermedad se identifica en etapas tempranas, ya que el tumor puede extirparse quirúrgicamente o tratarse con los medicamentos apropiados. Sin embargo, apenas existe un número limitado de pruebas de detección temprana para algunos tipos de cáncer.
Zhang matiza que es poco probable que PanSeer puede predecir qué pacientes desarrollarán cáncer en el futuro. En cambio, lo más probable es identificar pacientes que ya tienen crecimientos tumorales, pero que permanecen asintomáticos para los métodos de detección actuales.
Lo más probable es identificar pacientes que ya tienen crecimientos tumorales, pero que permanecen asintomáticos para los métodos de detección actuales.
El equipo concluye que se necesitan más estudios longitudinales a gran escala para confirmar el potencial de la prueba para la detección temprana del cáncer en individuos pre-diagnósticos. El Estudio Longitudinal Taizhou, que ha recogido muestras de plasma de más de 120.000 personas entre 2007 y 2017. Cada individuo dio muestras de sangre durante un período de 10 años y se sometió a controles regulares con los médicos. En total, se han recolectado y archivado más de 1.6 millones de especímenes hasta la fecha.
Zhang y su laboratorio han estado desarrollando durante más de una década métodos para detectar el cáncer basados en un proceso biológico llamado análisis de metilación del ADN. El método detecta una firma de ADN particular llamada metilación de CpG, que es la adición de grupos metilo a múltiples secuencias CG adyacentes en una molécula de ADN. Cada tejido en el cuerpo puede identificarse por su firma única de haplotipos de metilación. Hicieron un estudio de prueba de concepto en una etapa temprana que se publicó en 2017 en «Nature Genetics».
La mayoría de los pacientes que se han recuperado de la covid-19 tienen en su plasma los anticuerpos, las células B de memoria y las células T auxiliares foliculares circulantes (células cTFH) contra la proteína ‘pico’ del coronavirus SARS-CoV-2. Así lo ha constatado un estudio que aparece hoy en «Nature Medicine» que ha analizado el plasma de 41 adultos australianos que se habían recuperado de covid-19.
El trabajo también ha visto que la capacidad de esos anticuerpos y de estas células para neutralizar y bloquear la unión del virus, es decir de conferir inmunidad y, por tanto, de estar protegidos ante una nueva infección, era inconsistente.
Explican los investigadores de la Universidad de Melbourne (Australia) que, a pesar de que todos los pacientes estudiados que se recuperaron de covid-19 mostraron múltiples características de reconocimiento inmunitario de la glucoproteína espiga de SARS-CoV-2 (que permite que el virus se una y entre a las células), la capacidad neutralizante del plasma de los pacientes variaba mucho en cada caso.
Debido a que hay una necesidad ‘urgente’ de una vacuna contra el SARS-CoV-2, muchos grupos de investigación trabajan en la promoción de anticuerpos neutralizantes que se dirigen a la proteína espiga, bloqueando así la unión del virus a la proteína receptora humana ACE2. Sin embargo, aunque los prototipos de vacunas basadas en espigas son prometedores en modelos animales, la respuesta inmune específica de espiga en humanos sigue sin conocerse bien.
El equipo de Adam Wheatley y Stephen Kent y recogió el plasma sanguíneo y células de sangre periférica de 41 adultos australianos, que se habían recuperado de covid-19 de leve a moderado, alrededor de 32 días después de la prueba de PCR dieron positivo. Un total de 24 eran hombres y 17 mujeres, con una edad media de 59 años.
Los investigadores identificaron anticuerpos específicos de espiga, células B de memoria específicas de espiga (un tipo de glóbulo blanco que produce anticuerpos) y células cTFH específicas de espiga (un tipo de glóbulo blanco que regula la inmunidad de las células B) en todos los participantes del estudio.
Estos hallazgos sugieren que las células B y las células cTFH con características superficiales y funcionales específicas podrían ser dianas útiles para futuras vacunas.
Pero también vieron que la capacidad media del plasma inmune de los pacientes para bloquear la interacción entre ACE2 y el sitio de unión viral era modesta (solo alrededor del 14%).
Un análisis estadístico reveló que el desarrollo de una fuerte actividad neutralizante en el plasma dependía no solo de la cantidad de anticuerpos específicos de espiga, sino también de la abundancia relativa de distintas subpoblaciones de células cTFH específicas de espiga que expresan ciertos receptores de quimiocinas.
Estos hallazgos sugieren que las células B y las células cTFH con características superficiales y funcionales específicas podrían ser dianas útiles para futuras vacunas, según los autores.
Aunque reconocen que se necesita más investigación con grupos de pacientes más numerosos para comprender la interacción entre las células cTFH y los anticuerpos neutralizantes provocados como respuesta a diferentes vacunas.
Por medio de una comunicado la compañía farmacéutica Synairgen señaló que el número de pacientes que debieron ser hospitalizados a causa del coronavirus se redujo en un 79% en aquellos que tomaron SNG001.
El medicamento consta de una fórmula inhalada de beta-interferón. Se ha administrado a personas con Covid-19 que necesitaban asistencia de oxígeno. El fármaco, por otro lado, además es una proteína natural que orquesta las respuestas antivirales del cuerpo y también se usa para tratar la esclerosis múltiple.
Por otro lado, Synairgen reveló que tres contagiados que participaron en el ensayo murieron después de ser asignadas aleatoriamente al placebo, pero no hubo víctimas fatales en quienes fueron tratados con SNG001. Richard Marsden, CEO de la compañía, celebró el resultado de los ensayos y sostuvo que podría tratarse de “un gran avance”.
Por su parte, el profesor de medicina de la Universidad deSouthampton, Tom Wilkinson, expresó: “Presenta un potencial enorme como tratamiento por inhalación para restaurar la respuesta inmunitaria de los pulmones, mejorando la protección, acelerando la recuperación y combatiendo el impacto del virus SARS-CoV- 2“.
Un estudio develó que los rayos solares aniquilan al coronavirus
La investigación generó bastante repercusión en Italia, su país de origen y uno de los focos de contagio al principio de esta crisis. El periódico local Il Messaggero fue uno de los medios más importantes que difundió el estudio.
La vacuna contra el coronavirus que desarrolla la universidad británica de Oxford resultó “segura” y “entrena” el sistema inmunológico, según revelaron los hallazgos de las primeras fases del estudio, divulgados este lunes.
La fórmula, denominada AZD1222, está siendo elaborada por AstraZeneca en colaboración con científicos de la Universidad de Oxford, y no presentó ningún efecto colateral grave en los 1.077 voluntarios, adultos sanos de entre 18 y 55 años, que produjeron respuestas inmunes de anticuerpos y células T que pueden combatir el virus, según los resultados del ensayo publicados en la revista médica The Lancet.
Estos descubrimientos se consideran “muy prometedores”, si bien todavía es necesario llevar a cabo ensayos a mayor escala a fin de determinar si los anticuerpos son suficientes para ofrecer protección a largo plazo contra la enfermedad.
“Esperemos que esto implique que el sistema inmune recordará al virus, de modo que nuestra vacuna provea protección por un periodo extendido”, indicó el autor principal del estudio, Andrew Pollard, de la Universidad de Oxford. “Sin embargo, necesitamos más investigaciones antes de poder confirmar que la vacuna efectivamente protege de la infección del SARS-CoV-2 (COVID-19), y para determinar cuánto tiempo dura esa protección”, sostuvo.
Las respuestas inmunológicas fueron más elevadas en aquellos que recibieron una segunda dosis. “Vimos la respuesta inmunológica más fuerte en los 10 participantes que recibieron dos dosis de la vacuna, lo que indica que esta podría ser una buena estrategia para la vacunación”, indicó el profesor Andrew Pollard.
AstraZeneca es una de las farmacéuticas líderes en la carrera por encontrar una vacuna contra la enfermedad que ha causado más de 600.000 muertes en el mundo, junto con otras compañías que prueban candidatas en ensayos clínicos de etapas media y final. La firma dijo que una fase III de los ensayos de su vacuna potencial se está llevando a cabo actualmente en Reino Unido, Brasil y Sudáfrica, y que empezará pronto en Estados Unidos.
“Si nuestra vacuna se revelara eficaz, es una prometedora opción, ya que este tipo de vacuna puede ser fabricada fácilmente a gran escala” comentó Sarah Gilbert, investigadora de la universidad de Oxford.
Los investigadores dijeron que la vacuna causó efectos colaterales leves más frecuentes respecto a un grupo de control, pero que muchos de éstos pudieron reducirse con paracetamol, sin que se detectaran efectos adversos graves.
La fórmula, que está siendo desarrollada a una velocidad sin precedentes, está hecha a base de un virus genéticamente fabricado que ocasiona el resfriado común en chimpancés. Los científicos lo han modificado en gran manera de forma que no pueda ocasionar infecciones en personas y para que se asemeje más al coronavirus. Lo han hecho transfiriendo las instrucciones genéticas para la llamada “proteína del pico” del coronavirus -la herramienta clave que este emplea para invadir las células de humanos- a la vacuna que están desarrollando.
De esta manera, esta vacuna se parece al nuevo coronavirus y el sistema inmune puede aprender la manera de luchar contra él. Al estar basada en un adenavirus modificado, que no se replica, es más segura en especial para los pacientes más frágiles.
Semanas atrás, el gobierno británico firmó un acuerdo con la farmacéutica para la producción de 100 millones de dosis, una cantidad que excede a la población del Reino Unido. Estos contratos son clave para ir asegurando la producción de los ensayos e ir ganando tiempo. También ha entrado en negociaciones con otros países, pero aseguró que no buscará generar ganancias a partir de su vacuna durante la pandemia, con el compromiso de garantizar un acceso amplio y equitativo a la vacuna, en caso de que las pruebas clínicas en sus últimas etapas tengan éxito. Hasta ahora, los compromisos para suministrar más de 2 mil millones de dosis de la vacuna se han acordado con el Reino Unido, Estados Unidos, la Alianza de Vacunas Inclusivas de Europa (IVA), la Coalición para la Innovación en la Preparación de Epidemias (CEPI), La Alianza de Vacunas Gavi y el Serum Institute de India.
Por su parte, el primer ministro británico, Boris Johnson, dijo en un mensaje en Twitter que estos hallazgos constituyen “una noticia muy positiva” y elogió a los “brillantes y pioneros científicos e investigadores”.
Los tiempos
Se están desarrollando y probando más de 100 vacunas en todo el mundo para intentar detener la pandemia de COVID-19, que ha matado a cientos de miles de personas y ha hecho estragos en la economía mundial.
Este lunes, Johnson había puesto paños fríos a la esperanza de tener disponible una vacuna en los próximos meses. “Tengo los dedos cruzados, pero decir que estoy 100% seguro de que vamos a recibir una vacuna este año, o de hecho el año que viene, es, por desgracia, una exageración. Todavía no estamos ahí”, dijo. La asesora del Gobierno británico Kate Bingham también ha advertido de que no se puede “ser demasiado optimista”.
Por su parte, la científica jefe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Soumya Swaminathan, señaló que la vacuna contra el COVID-19 podría estar en el mercado a disposición de las autoridades sanitarias a mediados de 2021.
En una entrevista con DPA, la experta mostró su esperanza de que al menos “un par” de las 20 candidatas a vacunas funcionen. “Sería muy desafortunado si todos ellos fallan. Es posible tener resultados a principios de 2021. Así que a principios del año nuevo podríamos tener eventualmente una vacuna. Entonces tiene que ser fabricada y ampliada. Así que si somos muy prácticos, entonces estamos mirando a mediados de 2021 cuando tendremos una vacuna que pueda ser ampliamente desplegada”, comentó.
La investigadora también opinó sobre los diferentes estudios que han mostrado que los niveles de anticuerpos parecen disminuir rápidamente después de la infección. En este sentido, señaló que el hecho de que los anticuerpos neutralizantes desaparezcan “no significa que la inmunidad haya desaparecido”. EFE y Reuters.